ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (7): Sistemas productivos… de vida

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Fotos: ÁNGEL SAURA
Sábado, 22 mar. 2025

Sostenibilidad en la empresa

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la producción sostenible es la aplicación incesante de estrategias ambientales preventivas que se integran a los procesos, a los productos y a los servicios para aumentar la eficiencia total y de esta manera reducir los riesgos a los seres humanos y al ambiente.
Por continuar en el terreno auspiciado por Naciones Unidas, recordemos que entre los Diez Principios del Pacto Mundial de la ONU establecidos para definir la ejemplaridad empresarial, hay tres de carácter ambiental:
Principio 7: Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente.
Principio 8: Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental.
Principio 9: Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente.
El marchamo de “producción sostenible” no se consigue mediante la simple apariencia de ponerlo en una etiqueta o cualquier ocurrencia de falsario marketing verde. Se exige mucho rigor para hacerlo confiable. Existen numerosos frentes en la actividad empresarial que suponen claros objetivos de sostenibilidad en la producción. Por citar sólo los más representativos:
Ahorro de materias primas, rebajando la necesidad de extracción y apartandose de las tóxicas.
Reducción de residuos, desechos y emisiones, tanto en cantidad como toxicidad, revalorizando los aprovechables.
Eficiencia en el uso del agua, reduciendo el consumo, recirculandola para volver a usarla y diseñando aprovechamiento de las pluviales.
Eficiencia energética, con apuesta por las renovables para iluminación y climatización, y priorizando la movilidad eléctrica.
Innovación tecnológica para favorecer procesos más limpios y eficientes.
Pero también existen múltiples barreras para ello: costos iniciales elevados, falta de conocimientos técnicos, resistencias al cambio, un marco normativo insuficiente y una logística compleja. Por eso es tan necesario el apoyo del consumidor final.

Desencuentros en la tercera fase

Cuando a principios de los años ochenta el ecologismo empezó a señalar los perjuicios de la producción extractiva e insostenible de grandes corporaciones e incluso empresas de menor ámbito, la primera fase de respuesta del mundo empresarial fue contundente: negar el problema, acusar a los grupos ecologistas de tremendismo y de crear de manera artificial una problemática que ni existe ni preocupa a la población. Simultáneamente se iniciarían campañas publicitarias destinadas tanto a desacreditar a las organizaciones ecologistas como a crear una imagen de producto que inspirase seguridad ecológica entre los consumidores.
Constatado el fracaso de estas actuaciones se inicia una segunda fase donde en el sistema productivo empieza a generalizarse, con matices, la aceptación del problema y la necesidad de buscar algún tipo de solución para resolverlo. El ámbito empresarial deja de culpabilizar a los ecologistas de la crisis y se muestra proclive a adoptar soluciones que se inscriben en una doble tipología: una de tipo paliativo (instalación de filtros, depuradoras y otros mecanismos reductores de efectos negativos a final de línea) y otra de mayor calado, consistente en sustituir tecnologías y materias primas contaminantes por otras de menor impacto ambiental.
La actual tercera fase es difícil de definir, como lo son otros aspectos turbulentos de la actualidad global. Se hacen muy visibles empresas muy permeables a la concienciación ambiental, desgraciadamente poco numerosas todavía, que persiguen la eficiencia industrial a través de la innovación, el diseño productivo y la internalización de los costes ecológicos en la estructura productiva de la empresa. Pero éstas conviven con un grupo mucho mayor de corporaciones que, desafiando las recomendaciones de los principales foros internacionales, prefieren quedar acomodadas en un lento reformismo de la segunda fase.
¿Cuál es la razón para que no nos encontremos en un escenario global de esa tercera fase de auténtica estrategia de sostenibilidad en los sistemas productivos? La pregunta es retórica: se aduce que las inversiones necesarias son antieconómicas. La sostenibilidad, por tanto, sigue entendiendose mayoritariamente como minimización de residuos, reciclaje y reutilización, sin adentrarse en la necesaria redefinición de los modelos de producción y consumo de nuestra sociedad.

Foto: ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA

La regla del notario

“El uso que habitualmente se hace de los recursos naturales teniendo en cuenta sólo el coste de extracción y no el de reposición es únicamente el primer eslabón de la asimetría creciente que se observa entre la valoración monetaria y el coste físico en la cadena de actividades llamadas productivas”. La cita es del economista José Manuel Naredo que, con Antonio Valero, enunciaron en 1999 su “Regla del Notario”, que desnuda lo que la sociedad valora y lo que no. En la construcción de una casa se generan numerosos costes para producir sus materiales, pero el valor monetario de los mismos es proporcionalmente pequeño por unidad de materia prima y energía consumidas; al final de todo, el consumo de papel, tinta y energía que hace el notario para firmar la escritura se corresponde con un valor monetario mucho mayor. Como el deterioro ecológico no se contabiliza en nuestro desarrollo económico y social, pagamos por las cosas menos de lo que le cuestan a la naturaleza. Debemos compensar económicamente a las empresas sostenibles para que produzcan vida, porque de seguir dominando las otras, nadie dude que acabaremos pagando la descomunal deuda acumulada.

Conclusión

Las empresas deben perseguir la eficiencia a través de la innovación, el diseño productivo y la internalización de los costes ecológicos en sus estructuras. Es preciso afrontar y no ignorar los costes ambientales para no producir en cantidad ni calidad lo que el planeta no puede soportar. Debe primarse en todos los órdenes la producción sostenible. La reducción de residuos, el reciclaje y la reutilización siguen siendo necesarios pero ya no suficientes.

Fuentes consultadas

Ambientum.com (2025): “Guía práctica de sostenibilidad aplicada al sistema productivo”. Madrid.

Climent Sanjuan V (2005): “Sistema productivo, agentes sociales y crisis ambiental”. Fundació Rafael Campalans, Colección Papers de la Fundació 145. Barcelona.

Naredo, J. M. (2019): “Raíces económicas del deterioro ecológico y social”. 2ª ed, Siglo XXI, Madrid.

Joaquín P Sánchez Onteniente
Naturalista

Ángel Fernández Saura
Fotógrafo

www.angelfernandezsaura.com
https://fotodcdd.myportfolio.com/work

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