ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (9): Por y para siempre… ¡el agua!

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Fotos: ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA
Sábado, 5 abr. 2025

Gigantescos monstruos invisibles

El 71% de nuestro cuerpo es agua. Un porcentaje parecido es el que ocupa el agua sobre la superficie del planeta, pero sólo el 2,5% de ella es dulce, y su mayor parte está congelada. La mayor parte de la restante es subterránea, y sólo un ínfimo 0,01 % está ahí, a nuestra vista, en forma de lagos, cursos fluviales y precipitaciones. Si nos paramos un poco a pensar en este asombroso dato quizás una de las primeras impresiones que nos surjan sea la de un bien tan imprescindible como críticamente escaso. Desde luego dependemos de él para que nuestras civilizaciones funcionen, pero lo cierto es que hasta hace bien poco, un parpadeo en la historia de nuestra especie, lo hemos tratado como si fuese inagotable.
Los ciclos del agua sobre la biosfera –esa delgada lámina donde únicamente podemos habitar– en un continuo trasiego entre tierra, mar y atmósfera, se han mantenido esencialmente invariables durante esos pocos milenios que documentamos como historia, un poco más accidentados si nos remontamos hasta nuestra completa singladura como Homo sapiens sapiens, pero a grandes rasgos, la disponibilidad del agua para nuestros procesos ecológicos esenciales se ha mantenido en un similar nivel a escala planetaria, a pesar de haber vivido vaivanes tan notorios como los períodos glaciares e interglaciares. Quizás ningún otro recurso de la naturaleza nos ha sido tan lealmente benigno para nuestra evolución. Pero durante el último siglo y medio, desde la Revolución Industrial podríamos decir, hemos entrado en una vorágine de utilización desconsiderada, envileciendo su calidad hasta convertirla en inaprovechable.

Y no nos va a ayudar a afrontar la situación nuestra miopía extrema para no ver cuatro gigantescos monstruos planetarios que amenazan nuestro recurso agua:

Crisis en la redistribución del abastecimiento como consecuencia de los cambios globales de temperaturas, que están aumentando la velocidad del ciclo evaporación/precipitaciones así como la cantidad de vapor de agua retenida por la atmósfera.

Aumento del nivel del mar, tanto por la mayor cantidad de agua líquida que provoca el descongelamiento polar como por la expansión térmica del conjunto ocasionada por el incremento de temperaturas, cuyo peor efecto será la intromisión de agua marina en acuíferos dulces costeros.

Deforestación irrefrenable de las grandes reservas de bosques, olvidándonos que los bosques de la Tierra almacenan más agua que sus lagos. Disminuye continuamente su efecto productor de nubes por evapotranspiración, y la posterior precipitación; además de la benéfica retención de las mismas, que corren desaforadas ante la falta de cobertura vegetal.

Contaminación creciente de las reservas de agua por la química industrial (en menor medida, pero también preocupante por la física nuclear), que muchas veces es tanto como reducirlas por inviables. Sobre todo cuando la velocidad y cantidad de generación de contaminantes supera con creces las capacidades de autodepuración del sistema hidrológico.

Somogil, sierra de Moratalla. Foto: ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA

Madre pluriempleada

Como esas madres que acumulan cantidad de trabajos, dentro y fuera de casa, con una cruel falta de reconocimiento, el agua nos alimenta, protege y proporciona futuro sin que se lo agradezcamos siquiera con unos mínimos cuidados.
Los ecólogos Miguel Angel Esteve y Julia Martínez no cesan de clamar por ello, exponiendo con tenaz pedagogía la enorme extensión de este ‘pluriempleo’, que aparte de las funciones más evidentes en abastecimiento y saneamiento de la población, suministro agrícola y generación hidroeléctrica, alcanza aspectos menos conocidos:
Funciones ambientales: Contribución a la biodiversidad local directa e indirecta; contribución a la productividad biológica necesaria para el mantenimiento de las redes tróficas; sus cursos fluviales continuos y temporales sirven como corredores ecológicos; generan contrastes paisajísticos; su vegetación natural de ribera contribuye a la autodepuración natural del agua y control de la contaminación agraria difusa; además de defender de avenidas por laminación
Funciones socioeconómicas: Creación y mantenimiento de regadíos tradicionales sostenibles en las vegas fluviales; economía y empleo emergentes en torno a ríos y otros humedales, como los deportes ligados al agua, turismo de naturaleza y de patrimonio histórico relacionado con los usos tradicionales
Además de las prioridades planetarias, parece que hay también motivos locales para preservar el agua.

¡Insípida es dulce!

Siempre me ha llamado la atención que en el colegio nos enseñasen del agua que es incolora, inodora e insípida. Mientras que las personas que más dependen de ella –y que por tanto, se las supone sus mejores conocedoras– como los agricultores, se refieran a ella con el adjetivo “dulce”. El tono de veneración que emplean en su simple pronunciación es comprensible, pero cuando lo dice una persona procedente de cualquier zona especialmente árida, como puede ser el norte de Africa, yo veo incluso fascinación ¿Cómo explicar si no el embrujo de los jardines árabes de La Alhambra, con esa agua corriendo por hileras de tejas hasta la espléndida y pacífica alberca, si no pensamos en sus constructores hechizados por el agua “dulce” con la que tanto soñaron. Me pregunto qué pensarían ellos hoy al ver cómo tratamos el agua. Quizás, si pudieran, vendrían a explicarnos que “insípida” es “dulce”.

Conclusión

Un recurso natural tan extraordinariamente importante para la vida sobre la Tierra como es el agua, se enfrenta a gigantescos peligros planetarios derivados de la irresponsable actuación de la humanidad. Urge afrontarlos a escala global, pero necesitamos para ello comprender las funciones del agua y entender que nada la puede reemplazar. Si no somos capaces de priorizar su protección por encima de cualesquiera intereses, por poderosos que sean, estamos certificando la inviabilidad de nuestras comunidades

Fuentes consultadas

Gore Hunger, Al (1992): “La Tierra en juego. Ecología y conciencia humana”. Emecé Editores. Barcelona

Martínez, J y Esteve M.A. coord. (2002): “Agua, regadío y sostenibilidad en el Sudeste ibérico” Fundación Nueva Cultura del Agua. Bilbao

Morales Gil, A (2001): “Agua y territorio en la Región de Murcia” Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales. Murcia

Joaquín P. Sánchez Onteniente
Naturalista

Ángel Fernández Saura
Fotógrafo

www.angelfernandezsaura.com

https://fotodcdd.myportfolio.com/work

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