PRIMERA PERSONAPRIMERA PLANA

Nonduermas arropa a Eduardo Pérez Orenes en su ordenación sacerdotal

Martes, 13 sep. 2022. MARÍA DE LEÓN GUERRERO (DIOCESIS)
La comunidad parroquial de Nuestra Señora de Cortes de Nonduermas vivió el sábado un día inolvidable, uno de sus hijos se ordenaba sacerdote. A las 11:00 horas comenzó la celebración de la Eucaristía y ni el sol ni el calor consiguieron ahuyentar a quienes querían acompañar a Eduardo Pérez Orenes en un día tan importante.
Presidió la celebración el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, quien animó a Eduardo a cultivar su vida interior a través de la oración, la Eucaristía y la misión. Monseñor Lorca le recordó que, a pesar de las dificultades que puedan surgir durante su ministerio, nunca estará solo, la Iglesia es su familia; por eso le animó a buscar colaboradores “que se abran a la comunión y corresponsabilidad eclesial”. El obispo le invitó a hacer vida la Palabra de Dios que es siempre actual; a vivir en esperanza y en íntima relación con Jesús; haciendo el bien y caminando junto a la comunidad que le sea encomendada; siendo la voz de Cristo, “voz y eco de quien es la Palabra”; no buscando el propio interés, sino poniendo siempre a Cristo en el centro; entregando la vida por el Evangelio: “Como sacerdote, para ser siervo y voz de Cristo, debes vivir en autodonación, en desprendimiento personal, en itinerario pascual, en gratuidad, en alegría y en entrega constante”. El prelado insistió en que el sacerdote ha de estar siempre cercano a los fieles, solucionando los problemas que se presenten, entendiendo que el ministerio sacerdotal se basa en “la comunión y la unidad, abrir los brazos y el corazón siempre, abrir las puertas de la esperanza”.
Al finalizar la homilía del obispo tuvo lugar el rito de la Ordenación. Por la imposición de manos y las palabras del obispo, Eduardo recibió el Orden Sacerdotal. Se revistió con la estola y la casulla, fue ungido con el Santo Crisma y recibió los símbolos del sacerdocio, el cáliz y la patena. Tras el abrazo del obispo y los sacerdotes presentes, en señal de acogida, se convirtió en uno de los celebrantes principales.
En el momento de la acción de gracias, Eduardo tuvo unas palabras improvisadas de gratitud hacia Dios por el regalo de la fe y la vocación que había recibido; hacia el obispo por la acogida y la confianza; tuvo también palabras de cariño para los rectores, formadores y seminaristas con los que ha convivido durante tu etapa de formación y para sus compañeros de curso. También fue emotivo el agradecimiento a su familia por el apoyo incondicional, incluso en momentos y circunstancias que no comprendían.
Eduardo inicia su ministerio sacerdotal como vicario parroquial en El Salvador de Caravaca de la Cruz, parroquia en la que ha servido durante su diaconado.

Homilía del obispo

“Un proyecto hermoso es el que te espera, querido Eduardo: «Estar con Cristo y ser su enviado para salir al encuentro de las gentes» es la definición que del sacerdocio ofrecía Benedicto XVI: «Estar con Cristo y ser su enviado». Tu tarea va a consistir en convertirte cada instante en persona a la escucha capaz de percibir la llamada, valiente y fiel a Jesús para seguirlo y, al final, ser hallado siervo fiable que has sabido aprovechar bien el don que se te ha dado, pero, al mismo tiempo debes tener los oídos abiertos para atender las necesidades de los hermanos que se te han confiado, para ayudarles a encontrar al Salvador, a Nuestro Señor.
Cada día tienes que hacer lo posible para crecer en el conocimiento de lo que eres y de lo que debes ser, pero desde la alegría de conocer lo que Dios quiere de ti, por eso es importante ser un sacerdote a la escucha. Para el Papa Benedicto XVI, el primer rasgo clave de la identidad y misión del sacerdote es vivir en la espiritualidad del siervo prudente, sabio y humilde: «Hacer tu parte, lo que puedas», sabiendo reconocer con humildad los propios
límites y desde la confianza en el Señor, que es quien guía a la Iglesia. Ante la multiplicidad de quehaceres y de retos en la vida actual del sacerdote, esa primera consideración está llena de verdad y de sabiduría. Ahora, pregúntale a cualquiera de los sacerdotes aquí presentes y verás cómo esa enseñanza se ajusta a la realidad.
Otro aspecto que no puedes olvidar nunca es la necesidad de cultivar tu vida interior, tu relación con el Señor, por medio de la oración, Eucaristía, misión… y en la liturgia de las horas. «El tiempo que dedicamos a la oración no es un tiempo sustraído a nuestra responsabilidad pastoral, sino que es precisamente trabajo pastoral». Es orar por y para los demás. Esta vida interior del sacerdote debe además nutrirse también de la espiritualidad de la cruz, desde la asunción de la experiencia del sufrimiento, pues «es hermoso madurar en los sacrificios y así trabajar para la salvación de los demás». Esto nunca ha de faltar en tu vida entregada, aunque estés cargado de responsabilidades y tareas.
Desde la Diócesis, con el obispo a la cabeza y contando con la valiosa aportación de los laicos, hemos de trabajar unidos por el Reino de los cielos, para la misión que se nos encomienda con la firme esperanza de que no estaremos solos nunca. Tu nunca estarás solo, somos una familia y esta familia te ayudará a poner en marcha procesos de conversión personal y comunitaria. Eduardo, desde el principio, nunca te alejes de tus hermanos,
sacerdotes y laicos, aprende a delegar, busca colaboradores, que se abran a la comunión y corresponsabilidad eclesial. Te ruego encarecidamente que no caigas en la tentación de hacerlo todo tu solo, como si nadie hubiera a tu alrededor. Tu misión es la de Cristo, escúchale en el Evangelio y haz las cosas como las haría el Señor si estuviera en tu lugar. Tú estás llamado a vivir en la esperanza, pues la Iglesia está viva y, aunque los tiempos sean
difíciles, recuerda que has de acudir a la Palabra de Dios y aprender a permanecer en ella para siempre. Dios tiene palabras de vida eterna, que no son palabras del pasado, sino que conservan siempre plena actualidad, que suscitarán en ti una esperanza que nunca defrauda, a pesar de todos los pesares.
Con palabras de san Agustín de Hipona, aprende lo que significa ser un sacerdote como siervo de Cristo. Cada fibra de tu ser personal debe estar en relación íntima con Jesús, con quien te identificas. Eduardo, te espera una realidad muy interesante, con muchas oportunidades para hacer el bien y caminar y animar a los que van junto a ti. Vas a ser la voz de Cristo, voz y eco de quien es la Palabra. Recuerda siempre que no has de buscar ponerte en el centro de interés de la gente, de los fieles, porque solo hay un centro: Cristo y tú serás un instrumento en las manos de Dios. Vas a ser portador de Cristo, portador de su Palabra, no de ti mismo ni de ningún mensaje propio o adaptado por ti. Decía el Papa Benedicto XVI que ser siervo y voz de Cristo revela la grandeza y la humildad del ministerio ordenado y muestra el camino para vivir en fidelidad y en fecundidad este ministerio, que no es otro que el de la íntima comunión con Jesucristo, cuyo alimento era hacer la voluntad del Padre. Como sacerdote, para ser siervo y voz de Cristo, debes vivir en autodonación, en desprendimiento personal, en itinerario pascual, en gratuidad, en alegría y en entrega constante.
La eficacia de tu vida y de la acción pastoral depende, en última instancia, no de lo maravilloso que eres tú, sino de tu unidad incondicional con Cristo, por medio de la oración, pues, de lo contrario, tu servicio se convertiría en vano activismo. Todo el tiempo que pases en contacto directo con Dios no solo no es tiempo perdido, sino que es tu verdadera prioridad y es la respiración del alma y el motor de tu apostolado. Como sacerdote ayuda a los fieles,
procura estar cercano, no crees problemas inútiles, antes bien, procura buscar tú las soluciones a las dificultades que te presenten, ese será tu ministerio, la comunión y la unidad, abrir los brazos y el corazón siempre, abrir las puertas de la esperanza.
Te encomiendo a la protección e intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
José Manuel Lorca Planes. Obispo de Cartagena

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