PRIMERA PERSONAPRIMERA PLANA

Helena Expósito Abad toma el hábito como salesiana del Sagrado Corazón de Jesús de Alcantarilla

Miércoles, 20 jul. 2022. CRISTINA CELDRÁN
La capilla de la casa madre de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús de Alcantarilla acogió el pasado sábado, 16 de julio, la primera profesión de votos temporales de Helena Expósito Abad. En este día especial, acompañada por la comunidad, sus familiares y amigos, Helena proclamó su deseo de vivir profundamente su consagración bautismal, ratificándolo con los votos de castidad, pobreza y obediencia que vivirá en esta congregación.
En la homilía, el sacerdote José Antonio Ibáñez, que ha sido una de las personas que la ha acompañado durante su proceso formativo, hizo una relectura de los votos personalizada para ella. Así, quiso destacar que, tras escuchar la llamada, Helena ha tenido “la valentía de seguir a Dios y entregar su vida al servicio de la Iglesia para, como religiosa, ser servidora de la misión de Jesucristo”, invitándola a vivir “los votos religiosos desde el corazón, con alegría, guardándolos como el mayor regalo que Dios puede ofrecer, para tener una vida plena y sentirse sostenida por la roca de la misericordia del Señor”. Con su entrada a la congregación, remarcó Ibáñez, se une “a una larga cadena de mujeres que, siguiendo las huellas y el ejemplo carismático de Madre Piedad –fundadora de la congregación–, han esparcido el suave olor a Cristo con una vida humilde y discreta” en comunidad y con la alegría de la fraternidad.
Una vez emitidos los votos religiosos ante el altar y sellados con un abrazo a la superiora general de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, María Estela Lugo, Helena vivió otro de los momentos más significativos de la celebración con la firma del acta junto a dos testigos: su padre y sor Ángela. Tras la bendición del hábito, se retiró para realizar el rito de vestición. A continuación, regresó al templo vestida con el hábito y el velo propios de la congregación entre los aplausos de los asistentes. La superiora general le entregó las constituciones y el directorio de la congregación junto a la cruz “con el corazón de Cristo abierto sobre ella”, símbolo de las hermanas salesianas como hijas de la beata Piedad de la Cruz. Como sorpresa, algunos de los niños del coro cantaron una canción que sor Helena les había enseñado.
Al finalizar la celebración, María Estela Lugo le comunicó su próximo destino: “El primer objetivo de la vida consagrada es hacer visible las maravillas que Dios realiza en la frágil humanidad de las personas llamadas. Helena, tu destino está en la comunidad educativa de Fernando de la Mora, en Asunción, Paraguay. Que esta cruz misionera que recibes ahora sea tu apoyo en las dificultades”.

Una vocación ligada a la misericordia de Dios

Helena Expósito Abad, tiene 24 años y es de Petrer, Alicante. Su familia le transmitió “grandes valores y educación en la fe”, pero tras recibir la Primera Comunión se alejó de la Iglesia. Amante del deporte y la música, en la adolescencia comenzó a sufrir una enfermedad y sintió que debía conocer y hablar con Dios: “El Señor me transformó con su llamada, dándome vida en el proceso de supervivencia de mi enfermedad”. A los catorce años regresó a la iglesia con una guitarra, regalo de su abuelo, y comenzó a participar en el coro parroquial. “Así, poco a poco, me fui acercando a la Eucaristía diaria y empecé a sentirme amada por Dios y a darme cuenta de que lo yo quería era ser religiosa misionera; el Señor me ha salvado la vida muchas veces con su misericordia”.
Durante el proceso de discernimiento, llegó el momento en el que debía “dar el salto” y elegir su camino. En una convivencia vocacional conoció a las hermanas salesianas, llamando especialmente su atención la sencillez de vida de esta congregación. En 2018 ingresó en la comunidad de Alcantarilla como aspirante. “Cuando entras, el Señor te pide permiso para romperte y poder dejarte en sus manos; es un proceso precioso”. Con la experiencia del día a día en la capilla descubrió verdaderamente su vocación, viéndose “despojada de todo y a la vez amada”. Un periodo en el que reconoce que aprendió una nueva forma de vivir, experimentando la sencillez. El postulantado lo realizó en la casa de ejercicios de San Lorenzo de El Escorial y afirma que el noviciado, de nuevo en la casa de Alcantarilla, ha sido “una etapa muy intensa y bonita”, en la que ha podido conocer “el carisma y al Señor desde la perspectiva salesiana del Corazón de Jesús”. Ahora como hermana salesiana, su deseo es “ser sonrisa de Dios en el mundo, para dar consuelo a los necesitados de Cristo”.
Su nueva etapa de juniorado comienza con un nuevo destino, Paraguay, donde podrá seguir ofreciendo y viviendo el carisma de su congregación: misericordia, sencillez, alegría y compasión.

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