OPINIONPRIMERA PLANA

La violencia contra la mujer también puede ser institucional

"Yo nací en el Patronato de Protección a la Mujer, la casa de los horrores para muchas mujeres, pero no fui un bebé robado por el coraje de mi madre"

Por MARIOLA TOMÁS
Jueves, 25 nov. 2021

Hoy, 25 de noviembre, Día contra la Violencia de Género, quiero hablar de la violencia institucional, que es una de las más complicadas de definir y también de identificar, porque se trata de una manera más indirecta de ejercer la violencia machista, menos visible que otros tipos de violencia. 
La primera vez que el término “violencia institucional” aparece en un documento oficial es en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de las Naciones Unidas, aprobada en 1993. El artículo 2 habla de la violencia física, sexual o sociológica “perpetrada o tolerada por el Estado”.
No sé si recordarán o habrán oído hablar alguna vez del Patronato de Protección a la Mujer. En Murcia tenía sede en el barrio de Santa Eulalia, detrás del quiosco, y su directora se llamaba Domitila. La finalidad del Patronato era la dignificación moral de la mujer, especialmente de las jó­venes, apartarlas del vicio y educarlas. Allí estaban las chicas solteras que se quedaban embarazadas y para que las familias no se sintieran avergonzadas por el qué dirán en los pueblos, las mandaban allí. En Murcia tenían una oficina que captaba a estas jóvenes y las mandaban a Madrid, en concreto a Peñagrande, en la calle Isla Malaita 2 y 4.
En ese lugar del horror estaban la famosa Sor María y el doctor Vela. Aquí era donde robaban bebés, les decían a las madres que habían muerto y los vendían. Estas mujeres sufrían trato vejatorío, maltrato psicológico, las explotaban laboralmente, las tenían de sirvientas para familias ricas, algunas hasta llegaron a parir solas y a otras las mostraban para venderlas a los hombres. Esto era un sistema corrupto que despreciaba a las mujeres, y a las mujeres pobres aún más.
Os preguntaréis por qué os cuento esto, y a cuento de qué. Mañana hace 46 años que yo nací, y nací allí, en Peñagrande. Y yo no fui un bebé robado porque  tengo una madre que no estaba sola y fue muy valiente, y junto con mi padre destaparon aquello. Mi padre estuvo en la cárcel, y mi madre con 19 años, en junio de 1975 ingresó en ese lugar del horror, donde maltrataban a las mujeres. En esa oficina de Santa Eulalia contaban un cuento que nada tenía que ver con la realidad de lo que ocurría entre esas paredes de Peñagrande.
El único delito que cometieron mis padres fue enamorarse; el único, enamorarse.
Y gracias a la valentía de mi madre, que tuvo que ser muy fuerte y muy luchadora para que aquello no le afectase y poder seguir adelante, y gracias a que mi padre saltó la valla de ese centro y pudo ver lo que ocurría, pudo denunciar la situación y  a las personas que regentaban ese lugar. Gracias a eso yo no fui un bebé robado. Así es que quiero agradecer públicamente, especialmente a mi madre, su valentía y su coraje para enfrentarse a todo y a todos en unos tiempos tan oscuros y tan siniestros en los que la mujer era mercancía, mercancía institucional.
Estas situaciones hay que sacarlas a la luz, porque otros quieren mantenerlas a oscuras, y dar voz a los que no la tienen, contribuir a una sociedad más justa e igualitaria.
Como muchos sabéis yo soy concejal de PSOE en el Ayuntamiento de Alcantarilla y llevo los asuntos de  igualdad y violencia de género, y quiero decir alto y claro que a mí no me ata nadie, yo no tengo cadenas. A mí lo único que me ata es el compromiso con las mujeres, las mujeres maltratadas, el abuso infantil y todo el maltrato que pueda producirse con las personas más vulnerables de esta sociedad, que es lo que me importa. Lo demás, lo demás me da igual. Como ya dije cuando juré el cargo de concejal, aquí he venido a trabajar.

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