ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (4): Humanidad contra biodiversidad

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Sábado, 1 mar. 2025

Nuevo término para una vieja derrota

Lo vemos por doquier y pareciera por ello que está desde siempre con nosotros, pero el término biodiversidad es en realidad un recién llegado acuñado ayer mismo: empieza a utilizarse en 1985. Su sentido innovador era dejar de ver la Naturaleza como un conjunto de componentes aislados para empezar a analizarla como una entidad global que precisa de la conservación de todas sus partes para seguir existiendo como la necesitamos. Pero lo cierto es que desde el primer momento se recurre al nuevo término más en clave de urgencia que de esperanza, para denunciar su pérdida constantemente acelerada; o sea, para definir en pocas palabras un terrorífico escenario que no acertamos a revertir.
La biodiversidad es la variedad de la vida, en todas sus formas y en todas sus interacciones. La interacción entre las distintas formas de vida hace del propio planeta un organismo vivo y habitable desde hace miles de millones de años. Por supuesto, hay que incluir a Homo sapiens sapiens. 
Quizás el término no nació, pero sí creció urgido por la derrota. La mayor ONG conservacionista del mundo, World Wildlife Fund, publica desde la década de los setenta sus informes anuales ‘Planeta Vivo’ (IPV), análisis globales de la situación a partir de una impresionante base de datos. Revisando el IPV-WWF 2024 encontramos el siguiente panorama:
Todos los indicadores del estado de la naturaleza a escala mundial muestran un declive. En los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73%. Sólo algunas poblaciones se han estabilizado o han aumentado gracias a los esfuerzos de conservación y reintroducción de especies
La degradación y pérdida de hábitats, impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario, es la amenaza más señalada en cada región, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. Otras amenazas son el cambio climático (más acusado en América Latina y el Caribe) y la contaminación (sobre todo en América del Norte, Asia y el Pacífico).

Foto: PEXELS-SERGEI VASILENKO

Puntos de inflexión terroríficamente cercanos

Aunque algunos cambios son pequeños y graduales, cuando alcanzan un determinado umbral, se autoperpetúan, dando lugar a un cambio sustancial, a menudo abrupto e irreversible. Esto se denomina punto de inflexión. Y es muy probable que se produzcan próximamente varios puntos de inflexión por:
La muerte masiva de los arrecifes de coral, que destruiría la pesca y la protección contra las tormentas para cientos de millones de personas que viven en las costas.
La reducción de la selva amazónica, que liberaría toneladas de carbono a la atmósfera y alteraría los patrones climáticos en todo el planeta.
El colapso del giro subpolar oceánico, una corriente circular al sur de Groenlandia, que cambiaría drásticamente los patrones meteorológicos en Europa y América del Norte.
La fusión de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental, que desencadenaría un incremento del nivel del mar de muchos metros, mientras que el deshielo a gran escala del permafrost provocaría enormes emisiones de dióxido de carbono y metano.
A escala local y regional situaciones análogas de quiebra ecológica (puntos de inflexión regionales) son aún más directas de observar, con graves consecuencias ecológicas, sociales y económicas

El IPV-WWF 2024 vierte inquietantes reflexiones y advertencias: “Tenemos cinco años para situar al mundo en una trayectoria sostenible antes de que las reacciones negativas combinadas de la degradación de la naturaleza y el cambio climático nos coloquen en la cuesta abajo de los puntos de inflexión. El riesgo de fracaso es real y las consecuencias, casi impensables”.

Evitar el derrumbe de los cimientos

Según advierte la ambientalista Sarah Connor, la pérdida de biodiversidad es comparable a la caída de los cimientos, cuando “las estructuras sociales globalizadas de hoy necesitan mantener sus cimientos ecológicos, no intensificar las amenazas”.
¿Qué se puede hacer? La respuesta pasa por devolverle a la naturaleza el espacio que necesita para regenerarse y ayudarla con la protección humana. Las zonas protegidas, piedra angular de los esfuerzos tradicionales de conservación, actualmente cubren el 16% de las tierras del planeta y el 8% de sus océanos, aunque su distribución es desigual y muchas no se gestionan eficazmente. No es suficiente: es preciso llegar a los objetivos del Marco Global de Biodiversidad, aprobado en la COP-15 (2022) Biodiversidad de Kunming-Montreal, que insta hasta 2030 a proteger el 30% de las tierras y aguas planetarias, y restaurar el 30% de las zonas degradadas. Pero también otras medidas de conservación eficaces: derechos de pueblos indígenas, soluciones contra el cambio climático basadas en la naturaleza, transformación del sistema alimentario mundial, transformar el sistema energético y transformar el sistema financiero.
Desde 2008 existe un búnker a prueba de cualquier desastre natural bajo los hielos de una isla en el archipiélago noruego de Svalbard; su finalidad es proteger la biodiversidad de todas las especies cultivables del mundo, ante una posible catástrofe regional o incluso global. No parece que estemos nada seguros de evitarla cuando recurrimos a este Arca de Noé. La verdad, preferiría otro tipo de garantías, quizás simplemente paz en la guerra Humanidad-Biodiversidad, esa humanidad que no tiene camarotes en el Arca de Svalbard.

Conclusión

Las sociedades y sus estructuras políticas, administrativas y de gobierno, deberán poner en el primer lugar de todas sus prioridades, con decisión y sin ambajes, la supervivencia de la biodiversidad en su globalidad, para que los equilibrios ecosistémicos globales y en todas las escalas geográficas permitan superar con los menores costes posibles la crisis climática y ambiental, permitiendo el desenvolvimiento de los seres humanos en las condiciones de dignidad y felicidad suficientes para su realización individual y colectiva.

Fuentes consultadas

BBVA Newsletter Sostenibililidad (2025). Bilbao

DGCN-Ministerio de Medio Ambiente (1999) Estrategia Española para la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica. Madrid.

WWF (2024). Informe Planeta Vivo 2024. Un sistema en peligro. WWF, Gland, Suiza

Joaquín P Sánchez Onteniente
Naturalista

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