ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (1): La catástrofe ambiental

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Sábado, 8 feb. 2025

Esta es la realidad

La vida que conocemos sobre el planeta está sometida a una crisis de pura supervivencia, de entre cuyas múltiples señales podríamos seleccionar simplemente algunas:
Más del 80 % de las ciudades del mundo superan los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para asegurar la calidad del aire, lo que determina tres millones de fallecimientos prematuros anuales.
Ocho millones de toneladas de plástico llegan al mar cada año, mientras la producción de objetos desechables aumenta sin cesar, pese a las campañas de imagen contrarias
Las poblaciones animales (Informe Planeta Vivo WWF) han disminuido un 58% a nivel mundial en los últimos cuarenta años, aunque ciertas especias ‘tótem’ sobre las que nos volcamos, conozcan esperanzadoras mejorías
El cambio climático deviene imparable, por lo que cada vez está más en duda que se alcance el objetivo del Acuerdo de París (COP 21-2015) de mantener la subida global de las temperaturas por debajo de los 2ºC respecto a los niveles anteriores a la Revolución Industrial del siglo XIX. Las consecuencias de este descontrol alcanzan ya al 80% de los procesos ecológicos del planeta. Algunos de sus efectos son ya bien visibles: aumento de inundaciones y sequías, aumento del nivel del mar, acidificación de ecosistemas marinos y terrestres.

Foto: PEXELS-VÍCTOR FREITAS

La Humanidad como principal responsable

Aunque algunos sectores sociales, reducidos en número pero muy influyentes, se obstinan en presentar la situación como resultado del devenir más o menos natural de los acontecimentos, lo cierto es que nuestro planeta acoge a 7.300 millones de seres humanos. Y el crecimiento poblacional de nuestra especie sigue descontrolado pese a las numerosas voces que reclaman mesura y sentido común ante unos recursos no solo finitos sino sometidos a múltiples procesos de agotamiento.
Nuestro poder de intervención sobre el medio ambiente es colosal, pero inexplicablemente seguimos aferrados al modelo de usar y tirar, y los resultados, como era de esperar, se hacen cada vez más visibles.
Desde los años setenta del pasado siglo la comunidad científica y las organizaciones ciudadanas más responsables envían continuamente mensajes de alarma sobre la ruptura del equilibrio planetario como consecuencia de la acción del ser humano. El biólogo español Fernando Valladares, reconocido referente de la lucha contra la destrucción ambiental, analiza por qué no han servido de mucho estas advertencias y postula una serie de “inercias” para explicar “en parte” la inacción suicida de la humanidad:
En primer lugar, la inercia de la conducta humana, que nos hace proclives a hacer las cosas como siempre.
En segundo lugar, la inercia del sistema político y económico dominante, el capitalismo, que aboga por una forma de crecimiento infinito que choca con los límites del planeta.
En tercer lugar, la inercia generada por los dilatados tiempos de reacción de la mayor parte de los sistemas naturales, lo cual limita nuestra capacidad para percibir los cambios.
Y en cuarto lugar tenemos las limitaciones propias del método científico, que para pasar de meras observaciones y correlaciones a conclusiones sobre sus causas requiere experimentación, y con la escala planetaria de los cambios ambientales resulta muy difícil o imposible este abordaje experimental.
Somos pues en definitiva la única especie responsable de esta crisis de la que muchos ya intuyen que no tiene salida decorosa. No creo que tengamos ningún derecho a ignorar nuestra responsabilidad y confiar el futuro a que las cosas fluyan sin más, o simplemente con pequeñas acciones de reparación, con alguna evidencia local pero sin consecuencias globales.

Pese a todo, buscamos soluciones

Los foros internacionales de discusión científica y política plantean dos grupos de soluciones para contrarrestar la catástrofe, aunque “mitigar” es el término un tanto resignado que suele emplearse.
Un primer grupo serían las soluciones basadas en la Naturaleza, tales como la conservación y restauración de los bosques, humedales, manglares, estuarios y otras áreas críticas para la conservación. Se ha confiado a este apartado un 30% de la “mitigación” requerida para mantenernos dentro del límite de 2º C para el aumento de las temperaturas, y sobre todo para proteger a las poblaciones locales de los desastres climáticos.
Y un segundo grupo son las soluciones basadas en ambiciosos cambios en la producción y consumos, siendo el ejemplo más ilustrativo el de la reducción en combustibles fósiles. Otros planes importantes serían actuaciones en agricultura intensiva y sus excesos en uso de químicos, regadíos y empobrecimiento genético a la par que apropiación de semillas patentadas en manos de grandes multinacionales. Sobre este otro apartado debería descansar el 70% restante de la “mitigación” ansiada.

Foto: PEXELS-MARKA JENKINS

Sin duda que los dos ámbitos globales de intervención citados son necesarios, pero además ¡son muy urgentes! Nos jugamos una supervivencia cada vez más envuelta en penalidades y conflictos hasta el definitivo caos, frente a un objetivo, no exento de enormes dificultades, de un planeta saludable, bello y de la máxima biodiversidad.
Y no podremos reducir la destrucción que provocamos en el planeta si no somos conscientes de nuestra responsabilidad, si no entendemos que nuestras decisiones tienen un impacto ecológico, sobre otros seres vivos, sobre el planeta y sobre sus habitantes actuales y futuros, y que para evitar estos impactos no hay más camino que cambiar nuestros actos, como individuos y sobre todo como colectividad.
Podemos concluir que la vida sobre la Tierra está sufriendo una catástrofe ambiental de la que la humanidad es la principal responsable; los seres humanos tenemos por tanto la profunda obligación moral de luchar para revertirla y proteger con ello la propia supervivencia y la del resto de los seres vivos que comparten con nosotros el planeta, permitiendo que nuestros descendientes disfruten de un planeta saludable, bello y de la máxima biodiversidad

Fuentes consultadas

Agencia Efe S.A. Web Temática EfeVerde (2024) Madrid.
Baquero, Enrique (2023): ‘Nuestra responsabilidad como ciudadanos ante el impacto de la humanidad en el medio ambiente’. The Conversation.com, España
Valladares, F, Cantera X. y Escudero A (2022): ‘La salud planetaria’. CSIC y Libros de la Catarata, Madrid.

Joaquín P. Sánchez Onteniente
Naturalista

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