ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (20). Los incendios forestales

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Fotos: ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA
Lunes, 23 jun. 2025

Una cuestión ambiental crítica

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-ONU), autoridad ambiental líder en el mundo, estableció en 2016 un nuevo y estricto observatorio sobre el gigantesco problema de los incendios forestales. No es de extrañar este incremento de la atención, teniendo en cuenta que se proyectan en los próximos decenios unas condiciones climáticas que empeorarán sustancialmente las condiciones que afectan a los incendios. Se ha calificado este problema como “una de las cuestiones ambientales críticas que requieren una mayor atención”, para enfrentarse a la “triple crisis planetaria” del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
Las cifras son por sí mismas estremecedoras, pero lo peor es que no dejan de empeorar: entre 2002 y 2016 el promedio de superficie global incendiada cada año equivale a toda la Unión Europea (423 millones de hectáreas), o a casi ocho veces y media la superficie de España, correspondiendo nada menos que su 67% a África.
Por otra parte, la escalada de los megaincendios –aquellos que afectan a más de 40.000 hectáreas– no cesa de crecer, en lo que según Niklas Hagelber, uno de los principales expertos del Programa, advierte que podría convertirse en una nueva normalidad. Que le pregunten a Brasil, Congo, Rusia y Estados Unidos.

De continuar esta tendencia, el escenario se parecerá a una exagerada película de catástrofes: los incendios extremadamente intensos que afecten a grandes áreas –modelo que desgraciadamente irá aumentando en frecuencia– provocarán tormentas eléctricas que los retroalimentarán con los rayos y con las velocidades erráticas del viento que también provocarán. Y como en esas holiwoodienses secuencias que empeoran lo que ya no parecía poder empeorar más, el humo y las partículas de la combustión afectarán a millones de personas, especialmente enfermos crónicos, niños, ancianos y pobres; la pérdida masiva de biodiversidad bajo las llamas ya tiene amenazadas a 4.400 especies terrestre y de agua dulce; y el carbono ‘negro’ y otros contaminantes de la combustión generados afectan a un significativo catálogo de bienes preciosos para la supervivencia: las fuentes de agua, los glaciares y la floración de las algas oceánicas. Y como inevitable colofón: el incendio transforma los grandes sumideros de carbono planetarios, como las selvas tropicales, en fuentes de carbono. Como si nuestro mayor valedor, acabase convirtiéndose en un zombi que fuera a por nosotros.

No sólo bomberos

Una frase recurrente de los técnicos forestales es la de que “los incendios se apagan en invierno”. Es su manera –muy gráfica– de expresar que la prevención es mucho más importante y eficiente, también económicamente, que la extinción. El problema es que es una labor que ha de ser continuada, metódica, tenaz, y poco visible. Lo que no encaja bien con las fotos que los políticos gustan de hacerse subidos a un helicóptero o delante de una motobomba.
Pero son muchas las cosas que se pueden, y sobre todo se deben, hacer para frenar esta trepidante autopista hacia la tierra quemada. El PNUMA-ONU lo expresa bien claro en sus Informes de Fronteras, como ha bautizado los trabajos de seguimiento de los grandes problemas ambientales:

1) Frenar los cambios de usos de las tierras, las talas comerciales y la deforestación para granjas, pastoreo y expansión de ciudades cuando tales transformaciones favorezcan los incendios.
2) No demonizar –suprimiéndolos agresivamente– los fuegos naturales en los sistemas ecológicos donde son necesarios para la eliminación temprana de combustible, y permitir en las políticas de manejo del fuego ciertas prácticas tradicionales basadas en los conocimientos indígenas.
3) Mayores inversiones, en consonancia con la gravedad del problema, para reducir los riesgos de incendio, desarrollar enfoques de prevención, y gestionar la respuesta, incluyendo las comunidades vulnerables, rurales, tradicionales e indígenas. También para aumentar las capacidades de teleobservación (satélites, radar y detección de rayos).

La lágrima del forestal

He participado en trabajos de extinción de una docena de incendios forestales, en la mayor parte como voluntario, pero también alguna vez como profesional; tengo por ello un gran respeto hacia las redes de vigilancia y combate sobre el terreno, ya que he conocido de cerca las dificultades que soportan, más allá de lo publicado.
Claro que hay también personas indignas en esos colectivos, pero prefiero pensar en los mejores que en algunos casos he tenido la suerte de conocer. De entre ellos, uno me viene a la memoria. En los años noventa quiso la suerte que varios amigos pasáramos con nuestros hijos por una carretera rural del Alto Burgos, donde acababa de iniciarse un incendio, contra el que luchaba denodadamente un solitario y ya veterano guarda forestal, apenas armado con un improvisado batefuegos. Gracias a cogerlo en su principio, pudimos entre todos controlar el fuego, eliminando cualquier peligro, en menos de una hora. El guarda sólo no habría podido, y aún sabiéndolo, allí estaba con todo coraje. Cuando nos despedimos me pareció verle una lágrima (creo que se dio cuenta y espetó orgulloso: “Es el sudor”), mientras me explicaba con rabia que, “si los de arriba” no hacían las cosas mejor, nuestra pequeña victoria no serviría de nada. Ambos sabíamos por qué: más necesario que apagar los incendios forestales es crear las condiciones para que no se produzcan.

Conclusión

El cambio climático está llevando el fenómeno, natural en su origen, de los incendios forestales, a una frecuencia y dimensiones anómalas y que empeoran aceleradamente en los últimos decenios, convirtiéndolo ya en una cuestión ambiental crítica, que requiere de acciones globales y locales radicales, sobre todo para la prevención, pero también para la extinción. De otro modo, el escenario catastrófico para la supervivencia es sólo cuestión de tiempo.

Fuentes consultadas

  • Folch, R Castelló J.I. (1976): ‘Los incendios forestales’. Cuadernos de Ecología Aplicada, Diputación de Barcelona
  • Rico Rico, F y otros (1981): ‘Técnicas de defensa contra incendios forestales’. ICONA, Madrid
  • www.unep.org (2022-2024) Web del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Nairobi (Kenia)

Joaquín P Sánchez Onteniente
Naturalista

Ángel Fernández Saura
Fotógrafo

www.angelfernandezsaura.com
https://fotodcdd.myportfolio.com/work

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