ALDEA GLOBALPRIMERA PLANA

Primero sobrevivir (2): La cultura, herramienta imprescindible

Por JOAQUÍN P. SÁNCHEZ ONTENIENTE
Sábado, 15 feb. 2025

Cultura ambiental

El artista y activista australiano John Hawkes (2001) afirmó que el debate sobre la sostenibilidad está marcado inevitablemente por los valores. Para este autor, la cultura sería el cuarto pilar del desarrollo sostenible, al lado de los pilares ecológico, económico y social.
En el entorno de la COP-21 (París, 2015) se elaboró el ‘Informe Cultura 21: Acciones’ con cien acciones concretas, agrupadas en nueve compromisos temáticos. Uno de ellos, el de Cultura y Medio Ambiente puso al primer nivel la “Cultura ambiental” postulando la importancia de la cultura respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y a la Agenda 2030, documentos globales que la humanidad se ha propuesto seguir durante el período 2015-2030. Al mismo tiempo, reconoce la importancia de los conocimientos locales y de la participación de las comunidades para lograr el desarrollo sostenible, desde la salud hasta la educación. Dicho a modo de resumen: hay general consenso en que las prácticas y conocimientos tradicionales respetuosos con el medio ambiente, que formarían parte del patrimonio cultural inmaterial, deben ser salvaguardados en aras de una relación más sostenible con el entorno. Difícil será encontrar a alguien contrario a estos planteamientos de defensa de una “cultura ambiental”, al menos desde un plano intelectual.

Cultura sin apellidos

Pero no tenemos tiempo de detenernos en las partes. Si aceptamos como una “proposición de razón” (en términos filosóficos, una verdad que no necesita demostración) que el todo es superior a la parte ¿por qué no se defiende con mayor vehemencia la importancia que para la supervivencia tiene la cultura sin más, la “Cultura sin apellidos”? Yo creo que para la supervivencia es imprescindible la cultura como bagaje individual y colectivo, que la necesitamos para afrontar con conocimientos, espíritu analítico y crítico y alguna posibilidad de éxito, los retos ambientales que ponen en peligro a la humanidad.
Nelson Reascos (2011) afirma que desde la Antigüedad –pero nunca con tanta importancia como hoy– los seres humanos dependemos de la cultura para sobrevivir. El conocimiento es, para este autor, la principal fuente de saber y tecnología que los hombres poseen para sobrevivir y desarrollarse.
Sacristán y Pérez (1998) definen por su parte la educación como el mecanismo para transmitir la cultura. Que en esto consiste la educación: el proceso de adquisición por parte de las nuevas generaciones de las conquistas sociales y de socialización a fin de moldear conductas que garanticen la supervivencia.
No es un concepto nuevo por tanto el que yo defiendo: la supervivencia es la razón de ser de la cultura y la educación, el mecanismo imprescindible de transmisión de ésta.

Nivel cultural y coeficiente intelectual (CI)

Foto: PEXELS-PIXABAY

La pregunta obligada a continuación es: ¿estamos respondiendo a los retos de supervivencia que se nos ciernen con más cultura?
La resuesta no es fácil por los importantes conflictos metodológicos para analizar la evolución del nivel cultural. El Gobierno español defiende la bondad de sus indicadores culturales INE (Instituto Nacional de Estadística) obtenidos en diferentes períodos bianuales; pero su metodología es más que cuestionable si se quiere extraer una conclusión tan simple como si los españoles son cada vez más cultos o menos cultos.
Pues yo reivindico la vigencia de un viejo conocido, que ha superado crueles ataques: la evolución del coeficiente intelectual como mejor indicador de la propia evolución del nivel cultural. Sabemos que desde 1930 ha aumentado constantemente en los países mejor estudiados, otorgándosele a esta elevación continuada la denominación de “Efecto Flynn”. Aunque no hay total acuerdo sobre las causas, se han postulado varias (mejoras en la nutrición, en la accesibilidad de la información, etc.) pero no es mi objeto entrar en ese detalle.
Sin embargo, cincuenta años después de emprenderse esa carrera ascendente del coeficiente intelectual, a partir de 1980 los investigadores empiezan a reportar lo contrario en los mismos países. El CI desciende inexorablemente, con lo que se comienza a hablar de “Efecto Flynn negativo”. Nuevamente se postulan con mayor o menor consenso causas ambientales y económicas, destacando la irrupción de internet en ese balance preocupantemente negativo.
Sé que no están tampoco libres de polémica los criterios que conforman las medidas de coeficiente intelectual, entre los más cuestionados la importancia de la memorización de los conocimientos. Pero en algo sí hay acuerdo: los test CI miden las habilidades cognitivas, o en otras palabras, la cantidad de conocimientos.
Cuando mi hija andaba por los veintipocos años, ya avanzada su carrera universitaria, tuvo una etapa muy gratificante para un padre de interesarse por cuestiones de cultura general, más allá de su formación sanitaria, en las que yo en ocasiones podía ayudarle dándole información y referentes. Recuerdo que una vez me espetó en tono de sorpresa: “Y tú ¿cómo sabes eso?“; la respuesta surgió completamente natural: “Me lo enseñaron en el bachiller”, a lo que ella a su vez cerró la conversación con un “Pues a nosotras no nos enseñaban esas cosas”.
Rechazo los índices estadísticos hoy en boga, reivindico la recuperación de los conocimientos y me alarmo sobrecogedoramente de esas cuatro décadas de caída libre del CI, cuando leo a Nelson Reascos. “Dependemos de la cultura para sobrevivir”.

Conclusión

La cultura, y como parte esencial de ella la cantidad de conocimientos, resulta la herramienta más necesaria para comprender la magnitud de la catástrofe climática y ambiental como paso previo imprescindible para querer, buscar, interpretar y aplicar las estrategias generales y medidas concretas que la mitiguen y aseguren una supervivencia digna de la humanidad y de todos los seres vivos.

Fuentes consultadas

Díaz Díaz R. (2004): “Educación, cultura y supervivencia”. Revista Iberoamericana de Educación. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Madrid
Hosagrahar J. (directora) et als (2020): “Indicadores 2030: Cultura”. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). París, 2020
Reascos Vallejo, N (2011): “La cultura, las culturas y la identidad” en “Estado del país, informe Cero”, pp 23-28 Unicef, Quito, Ecuador.

Joaquín P. Sánchez Onteniente
Naturalista

Columna anterior:

Columna siguiente:

Etiquetas
Botón volver arriba
Cerrar
Cerrar