
Reflexión dominical. La inmensa alegría de encontrar a Jesús
Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 2 feb. 2025
La fiesta de la presentación del Señor
La celebración de este domingo coincide con la fiesta de la presentación de Señor Jesús en el templo y, por esta razón, las lecturas bíblicas se refieren a este motivo, narrado por Lucas (Lc 2,22-40) e iluminado desde la profecía de Malaquías (Mal 3,1-4) y la interpretación sacerdotal de la carta a los Hebreos (Heb 2,14-18).
El mensajero de la Alianza es el Señor, nuestro hermano
De este modo, el “mensajero de la alianza” que entra en el templo, según frase de Malaquías, es el Mesías, el Señor, el que restablece la comunicación entre Dios y la humanidad pecadora. Jesús, según el texto de Hebreos, es el sumo sacerdote, hermano de todos los hombres, solidario con ellos y digno de todo crédito de parte de Dios, que, a través de su sacrificio personal en la cruz, salva a sus hermanos y sustituye el templo de Dios, convirtiéndose él mismo en el templo vivo, a través del cual tienen acceso a Dios todos los seres humanos, pues es mediador de una Nueva Alianza.
Manifestación de Cristo en el Templo
El Evangelio de Lucas remonta esta manifestación de Cristo a los textos sobre el origen de Jesús, en uno de los dos denominados “evangelios de la infancia”, que son los dos primeros capítulos de Lucas y Mateo respectivamente. Las prescripciones legales de la tradición judía sobre la circuncisión de Jesús (Lv 12,3) y sobre la purificación después del parto (Lv 12,6) constituyen el motivo de la subida de Jesús a Jerusalén en los primeros momentos de su vida. De este modo, se cumple la profecía de Zac 3,1, que anunciaba la venida del mensajero de Dios al Templo del Señor.
Simeón y Ana abrazan al Señor
En el templo de Jerusalén dos figuras no sacerdotales, la de Simeón y Ana, hombre y mujer, se presentan como testigos de toda la humanidad redimida que se abraza a su Señor, reconociendo, celebrando y proclamando que el encuentro con Jesús, el Mesías Salvador, es la causa de la gran alegría del ser humano, pues en él se cumplen todas las promesas divinas, se contempla la salvación y se revela la luz de Dios a todos los pueblos y naciones de la tierra.
La Virgen de la Candelaria
Éste es el contenido del maravilloso himno conocido como el “Nunc dimittis” de Simeón, que comienza así: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz…”. La tradición litúrgica de la Iglesia expresa ese mismo motivo mediante las candelas encendidas, que prefiguran la liturgia de la noche Pascual y permiten celebrar este día, popularmente, como el de la Candelaria. Así se muestra además el tenor mariano de este día y la misión singular que la Virgen María ocupa en los textos de Lucas.
María participa en el destino del Hijo
A María, la Virgen, particularmente, como primera discípula de Jesús, va destinado el segundo oráculo de Simeón, que es de estilo profético y constituye un primer anuncio de la pasión al revelar el camino y el destino paradójico del mesianismo de Jesús, pues Él será, al mismo tiempo, piedra de choque (cf. Is 8,14) y de resurrección para la multitud. Jesús será signo discutido a lo largo de su vida pública hasta la entrega de la vida en la cruz. La participación discipular de María en el destino de su hijo queda reflejada en la imagen de una espada que traspasará su vida, con lo cual se revela que ella es la candelaria de la luz mesiánica que su hijo en la cruz será para el mundo.

La viuda Ana, mensajera del Evangelio
La otra mujer de la escena, la profetisa Ana, viuda, representante de los pobres que esperan siempre la liberación, glorifica a Dios al contemplar a Jesús el Mesías, como también hará el centurión al contemplar la muerte de Jesús en la cruz. También ella se convierte en mensajera del evangelio, pues habla de Jesús a todos los que aguardan la liberación.
Encontrar a Jesucristo es la alegría de la vida
De la mano de la Virgen María, y como Simeón, que tuvo la dicha de tener en sus brazos a Jesús, podemos celebrar que hoy es un día hermoso para presentar nuevamente ante el mundo a Jesús como luz de todos los pueblos y como el nuevo templo de Dios, al cual pueden tener acceso todos los seres humanos gracias a la mediación solidaria y fraternal del único sacerdote de la Nueva Alianza. Y como Ana, no dejemos de hablar de Jesús abiertamente a los demás, pues quien se encuentre con él, encuentra la alegría de la vida.
Encontrar a Jesús en el año jubilar
Al encontrarnos con Jesús este domingo no debemos dejar pasar el carácter universal del mensaje de salvación que el domingo anterior nos ofrecía en la sinagoga de Nazaret, pues aquella escena (Lc 4,18-19) terminaba con un conflicto grande en su segunda parte (Lc 4,20-30) La misión de Jesús como gran profeta consiste en la proclamación del año de gracia del Señor como un tiempo de alegría, de liberación y de nuevas perspectivas para los pobres, los oprimidos, los cautivos, los ciegos y los obcecados.
El año de gracia desde la justicia de Dios
El texto de Isaías, asumido y actualizado por Jesús, anunciaba “un año de gracia del Señor y un día de venganza para nuestro Dios, para consolar a todos los afligidos, para alegrar a los afligidos de Sión; para cambiar su ceniza por una corona, su traje de luto por perfumes de fiesta, y su abatimiento por cánticos” (Is 61,1-3). Con ello proclamaba la alegría de la liberación y del consuelo por el cambio de situación que había de producirse en Israel de donde desaparecería, la injusticia, la opresión y la pobreza. Pero el profeta hace una contraposición sumamente llamativa entre el año de gracia y un día de desquite o de venganza. Este día se identifica en los profetas con el día del Señor, un día de juicio de Dios y de confrontación del Señor con todos aquellos pueblos y personas, incluso israelitas, que se opongan al plan de justicia de Dios. El juicio traerá una sentencia en defensa de los pobres, oprimidos y afligidos. Por estos y por todas las víctimas se anuncia el desquite y la venganza de parte de Dios como gracia que libera del sufrimiento, restituye la dignidad de las personas y rehabilita para vivir en libertad.
El carácter liberador de la misión de Jesús
Sin embargo, Jesús hace una lectura diferente resaltando dos elementos: la liberación y la ruptura de fronteras. Al insertar la frase “liberar a los oprimidos” de Is 58,6 y eliminar la de “un día de venganza” de Is 61,2, Lucas da una orientación más precisa a la misión de Jesús, acentuando su sentido liberador y el carácter definitivo del tiempo de la gracia salvífica que con él llega al mundo de parte de Dios. Su intervención profética liberadora a favor de los pobres, de los cautivos por endeudamiento y de los oprimidos, delata la situación opresora de la que son víctimas. Se trata de una opresión económica no aceptable para Dios, y a la que, por tanto, el profeta escatológico, Jesús, el último y definitivo, ha de enfrentarse, para proclamar el triunfo universal y redentor de la gracia.
El sentido crítico de la misión profética de Jesús
El anuncio de la gracia y la omisión evangélica del “día de venganza”, anunciado en Is 61, 1-2, no eliminan, como podría parecer, el sentido de juicio crítico del año de gracia. El juicio contra los poderosos, contra los ricos, los explotadores y los tiranos está presente en este evangelio con un énfasis especial (Lc 1,46-55; 6,20-23; Lc 16,19-34; Lc 19,2-10). La supresión de las palabras de venganza en Lucas no se ha de entender como una pérdida de radicalidad del sentido profético de la justicia social en el año de gracia, sino más bien con una orientación diferente del mismo.
El alcance universal de la gracia liberadora de Jesús
Los oyentes de la sinagoga reaccionan extrañados al oír las palabras de Jesús sin hacer referencia alguna al desquite. En el diálogo posterior con la gente de su pueblo se pone en evidencia el rechazo de Jesús entre los nazarenos. ¿Por qué motivo? Éstos se han sentido provocados en realidad por el alcance de liberación universal proclamado por Jesús. En el contexto político de dominación romana de Palestina los judíos nazarenos se consideraban los destinatarios exclusivos de la liberación anunciada en el año de gracia por su pertenencia al pueblo judío, mientras que los destinatarios de la venganza de Dios serían los otros pueblos, sobre todo aquel al que estaba sometida la tierra de Palestina. Sin embargo, el anuncio universal de liberación del que Jesús es portavoz resultaba inaceptable para los judíos; probablemente se lo impedía su espíritu excluyente de los que no fueran judíos como ellos.
El favor de Dios, rompedor de fronteras
Los ejemplos aducidos por Jesús y tomados del Antiguo Testamento son referencias fundamentales a los grandes profetas de Israel, Elías y Eliseo, y muestran el carácter universal de la liberación proclamada por él en el año jubilar. Los beneficiarios del favor de Dios a los que Jesús se remite son dos extranjeros: una mujer, pobre y viuda, de Sarepta en el territorio de Sidón, con su hijo, huérfano de padre (1 Re 17,9) y Naamán, el sirio leproso (2 Re 5,15). Ambos personajes son paradigmas de los pobres y marginados, pues tanto las viudas, como los huérfanos y los inmigrantes constituyen el referente de la pobreza y de la miseria en el Antiguo Testamento, particularmente en el libro del Deuteronomio. La viuda y el leproso tienen en común el ser extranjeros. La gracia de Dios se manifestó en ellos, allende las fronteras de Israel.
Jesús está con los pobres y oprimidos de toda la tierra
Igual que los primeros grandes profetas de Israel mostraron al Dios de la gracia con los extranjeros, rompiendo las fronteras culturales, étnicas, regionales y religiosas, Jesús sorprende a la gente de su pueblo al demostrar que los destinatarios prioritarios de la liberación son los pobres y oprimidos, pero no sólo ellos, los judíos, por su pertenencia étnica o religiosa al pueblo de Israel, sino todos los pobres, necesitados, oprimidos y excluidos de toda la tierra, independientemente de su credo religioso y de su identidad cultural o étnica.
La Iglesia profética y rompedora de fronteras
Esta gran presentación profética de Jesús por parte de Lucas llevará consigo el primer gran rechazo de Jesús entre los suyos, que querían tirarlo por el barranco. Ponerse de parte de los marginados y a favor de los oprimidos de otros pueblos le lleva a Jesús a ser ya marginado entre los suyos. Nada más empezar a hablar ya ha comenzado su pasión. Movidos sólo por el amor de Dios y el amor al prójimo, desde el cántico del amor de Pablo (1 Cor 13, 1-13) avivemos hoy en la comunidad cristiana el carácter profético de nuestra identidad cristiana (Jr 1,4-5.17-19) para pronunciarnos en el mundo como mensajeros de la gracia liberadora de Cristo, renovando la opción prioritaria por los pobres y marginados, abriéndonos a la perspectiva universal de Jesús, y dispuestos a romper todo tipo de barreras regionalistas, étnicas y culturales.
El Evangelio transformador de las ideologías excluyentes
Éste es el evangelio profético que Jesús proclamaba y que, a través de nosotros, los cristianos ungidos por el Espíritu para atender a los que sufren en cualquier lugar del mundo, se puede convertir en palabra transformadora de las mentalidades egoístas, cerradas, mezquinas y excluyentes que imperan en nuestro mundo actual, particularmente en los planteamientos políticos obcecados, de los regionalismos, nacionalismos y etnicismos excluyentes, así como en los criterios de descarte insolidario e inhumano vigentes en las políticas de inmigración y de atención a refugiados y a exiliados. ¡Qué gran actualidad tiene este mensaje jubilar del Evangelio en nuestro tiempo, para los que decimos y queremos ser Peregrinos de esperanza!
José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura