OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. El Espíritu de la ley es buscar el bien del hombre

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 2 jun. 2024

Respeta el día santo dedicado al Señor, tu Dios: Éx 20,8-11

En el Antiguo Testamento el sábado era el día dedicado y consagrado a Dios, y, por tanto, día de descanso para los hombres, que deben dar culto a Dios. En el decálogo de Moisés (Éx 20,8-11), ya se instituyó su observancia, como un mandato de santificación, con las prohibiciones de realizar trabajos y con una motivación cultual, basada en el descanso del día séptimo de la creación.

El recuerdo de la liberación como motivo del respeto al sábado: Dt 5,12-15

Sin embargo, el Deuteronomio profundiza en la motivación salvífica, fundamento aún más evidente del mandato: recordar la liberación de la servidumbre es reconocer la intervención decidida de Dios, que, con su misericordia, actuó en la historia del pueblo de la Antigua Alianza. Para el nuevo Pueblo de Dios, la definitiva intervención redentora de Dios tuvo lugar en la resurrección de Jesucristo, que nos libra del pecado y de la muerte. Y este día en que actuó el Señor fue el primer día de la semana, el domingo cristiano, que nosotros celebramos en acción de gracias.

Dios ha brillado en nuestros corazones: 2 Cor 4,6-11

La vida humana de nuestro cuerpo mortal, en medio de las múltiples experiencias de sufrimientos y dificultades de nuestra historia personal, ha sido trastocada definitivamente por la luz de Dios en Cristo, cuyo resplandor brilla para siempre en nuestros corazones, pues estos han sido transformados y capacitados para ser como el corazón de Cristo. Y es que el que resucitó a Jesús también nos resucita y nos resucitará a nosotros con Él. Aquí se constata la paradoja de la fe durante la existencia cristiana.

Cristo es la luz

Esta luz es un verdadero tesoro, es como un diamante en bruto transportado en bolsillos rotos, pero la calidad de su luz y su inestimable valor no están en cuestión. La fragilidad del recipiente de barro, la debilidad de nuestros cuerpos mortales y los peligros que nos amenazan no disminuyen la fuerza de la luz ni el valor del tesoro, que es Cristo en cada uno de nuestros corazones. Pablo lo asegura.

El sentido de la ley es salvar la vida del hombre

En el Evangelio de Marcos (Mc 2,23-3,6), Jesús se enfrenta con los fariseos por dos hechos que aparentemente contravienen la observancia de la ley del sábado, día en el cual, por ser sagrado, no se debía hacer ningún trabajo ni, según la interpretación rigurosa farisea, un esfuerzo equivalente.  Por eso, el hecho de que los discípulos, en ese día, arrancaran espigas para comer y que Jesús mismo curara, también en sábado, a un hombre con mano paralítica, era motivo suficiente para que se confabularan fariseos y herodianos y maquinaran ya la muerte de Jesús.

La curación desafiante realizada por Jesús

Al hombre del brazo atrofiado lo coloca en medio de la sinagoga en claro gesto de desafío a los fariseos presentes que lo asedian para ver si lo cura en sábado y tener de qué acusarlo; a continuación les pregunta: “¿Qué está permitido en sábado, hacer bien o hacer daño, salvar una vida o matar?” Ante su silencio, Jesús “tras echarles a ellos una mirada de indignación y compungido por el endurecimiento de su corazón”, hizo extender la mano de hombre enfermo y lo curó, pero sus enemigos maquinan acabar con él (cf. Mc 3,1-7a).

La indignación de Jesús

Merece la pena que nos detengamos, al final, en la reacción sorprendente de Jesús, que muchas veces nos pasa desapercibida: su indignación, es decir, su ira, es manifiesta contra los empecinados en la observancia estricta y rigurosa de la ley del sábado. El Evangelio resalta la gran autoridad de Jesús, su señorío sobre todo mal y su amor por el bien del hombre, que no contempla otra ley que no sea la del amor de Dios. Los milagros de Jesús son signos de la cercanía del Reino de Dios, de un Dios que sale al encuentro salvador de los hombres. Por ello Jesús se enfrenta abiertamente y con firmeza contra todas las fuerzas malignas que atrapan al hombre en sus garras depredadoras. Y su autoridad, la del amor, triunfará por encima de todo poder. Tampoco nosotros hemos de titubear en el enfrentamiento profético contra el mal. Y nos nos asustemos si nuestra reacción es de indignación, como la del Señor.

El Hijo del Hombre es Señor también del sábado

La luz de Cristo y su libertad de interpretación de la ley, siempre a favor del hombre, no se deja amedrentar por las amenazas de los adversarios y nos da la clave de interpretación de toda ley: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado”. La gloria de Dios está siempre en el bien del hombre. No se trata de exaltar al hombre constituyéndolo en el centro del mundo. Se trata de conocer más a fondo el corazón de Dios, que muestra siempre su misericordia liberadora. El señorío de Dios se manifiesta en su amor al hombre. A este Dios es a quien rendimos culto cada día.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura

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