PRIMERA PERSONAPRIMERA PLANA

“Dejé mi tierra, Murcia, porque sentí que el Señor me llamaba a ser misionero”

Jesús Juárez, nacido en Alquerías hace 81 años, es arzobispo emérito de Sucre, en Bolivia, adonde llegó hace 58 años

Domingo, 10 dic. 2023. PEDRO RENTERÍA-INFODECOM
“La decisión de dejar mi tierra, Murcia, porque sentía que el Señor me llamaba a ser misionero”, fue uno de los hechos que marcaron la vida de Jesús Juárez Párraga, nacido en Alquerías en 1942. Juárez, arzobispo emérito de la ciudad de Sucre, en Bolivia, fue el encargado de una de las homilías celebradas con motivo de la CXIII Asamblea de los obispos de Bolivia, celebrada en la Casa Maurer de la ciudad de Cochabamba.
“Debo y debemos prepararnos al encuentro con Jesucristo y dar cuenta de la administración: qué he hecho a lo largo de mi vida y de los dones que el Señor por su amor me regaló”, indicó en su homilía.
Desde el atril del altar y frente a sus hermanos obispos, monseñor Juárez se sintió muy emocionado de presidir la misa de esta jornada. En su discurso recordó facetas de su vida, desde la llegada a Bolivia, comenzando desde su juventud, como profesor y contando anécdotas de sus viajes al exterior.
“80 años de vida, 51 años de sacerdocio, y 35 de obispo”, hace la cuenta el arzobispo emérito de Sucre, quien dijo además que ya debe prepararse para su encuentro con Jesucristo. “Debo y debemos prepararnos al encuentro con Jesucristo y dar cuenta de la administración: qué he hecho a lo largo de mi vida de los dones que el Señor por su amor me regaló”.
Repasó su vida agradeciendo primeramente a Dios y el de haber nacido en el seno de una familia numerosa y “profundamente cristiana, éramos 10 hijos, y qué sabiduría de mis padres, José y Regina, porque tuvieron 5 hijos y 5 hijas, un cura y una monja y de esta manera crecimos de un espíritu cristiano y religioso”, cuenta el arzobispo emérito.
“Crecí en la huerta murciana, rodeado de árboles cargados de limones y naranjas y el olor de las flores que despedían el aroma a azahar y también juguetón con los hijos de los vecinos”, recuerda.
Agradeció a su madre por su preocupación y por haberle otorgado una buena y esmerada educación en el colegio salesiano de Cabezo de Torres, “y así creció en mí la semilla de vocación que él Señor sembró en mi corazón”.
“Dos hechos quedaron grabados en esta etapa. Tuve una grave enfermedad que fue curada gracias a la intercesión de la Virgen Nuestra Señora de la Fuensanta. Y sobre todo la decisión de dejar mi tierra porque sentía que el Señor me llamaba a ser misionero”. Una vez hecha la profesión religiosa se vino a Bolivia, que se convirtió en su segunda patria, “porque no se puede renegar de la sangre que se tiene, porque la sangre siempre llama”, recuerda.
Monseñor Jesús Juárez narra emocionado: “Yo recuerdo algunas palabras que hice de mi consagración sacerdotal, es verdad, que soy español por nacimiento, pero la decisión es ser boliviano por opción y de corazón”, dice.
“Ya han pasado desde ahí 58 años, y espero que el Señor me dé más tiempo para disfrutar la riqueza de nuestra querida Bolivia, esta fraternidad y variedad de culturas. Y es así que un cuatro de noviembre de 1964, aterricé en el aeropuerto de El Alto, llegando justamente en la época de un golpe de Estado de Víctor Paz Estensoro”, rememoró el obispo.
También trae a su memoria las anécdotas de su vida como profesor en la ciudad de Cochabamba, donde compartió con un grupo de jóvenes seminaristas en la localidad de Pairumani y donde monseñor Juárez aplicaba la metodología y enseñanza de San Juan Bosco.
Otro momento que marcó su vida fue su viaje a Alemania, donde estudió Pedagogía y Teología, agradeciendo a María Auxiliadora por esa experiencia.
“Coraje (Mut) paciencia (Geduld) y tiempo (Zeit) fueron las palabras que marcaron la etapa de estudio en ese país, venciendo así las dificultades de esa nueva vida y sobre todo para entender el estudio del idioma.

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