OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. La fraternidad

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 5 nov. 2023

El discurso final de Jesús

El último discurso de Jesús en el Evangelio de San Mateo es el sermón llamado escatológico, abarca los capítulos 24 y 25 y va precedido de una larga sección introductoria (Mt 23) dedicada a la crítica de los movimientos religiosos de su época y de los dirigentes. Éstos habían desvirtuado la religión convirtiéndola en un instrumento de manipulación del pueblo, de explotación económica de la gente, de ritualismo cultual y de ostentación social (al final de esta reflexión puede ver la síntesis bíblica de las tres lecturas).

Contra las pretensiones de poder y de grandeza

Jesús había reprochado anteriormente a los escribas y fariseos su interpretación formalista y legalista de la ley y había criticado su puritanismo doctrinal (Mt 15,1-20). En el Evangelio de este domingo (Mt 23,1-12) Jesús desenmascara sus acciones infectadas de exterioridad y de pretensiones de poder y de grandeza. Su ostentación se ponía de manifiesto al agrandar las filacterias y las borlas de los vestidos para hacer notorio que ellos eran cumplidores estrictos de las normas religiosas. Las filacterias eran cajitas que contenían algunos textos de la ley y que, a modo de amuletos, los judíos se colocaban en el brazo izquierdo y en la frente. Las borlas recordaban los mandamientos de Dios. Esto permitía a quienes las llevaban exhibirse ante los demás haciendo alarde de religiosos.

La doble vida y la esquizofrenia moral de los dirigentes

Jesús rechaza, una vez más, la mentira, la incoherencia y la corrupción de los dirigentes. En efecto, la disociación entre la doctrina de los dirigentes y sus comportamientos pone de relieve la falta de coherencia entre lo que predican y lo que hacen y denuncia abiertamente el exhibicionismo hipócrita de los que se sirven de los medios, instrumentos y hasta de los símbolos religiosos para explotar a la gente, dominar al pueblo y sacar provecho económico, social o político de su status. La doble vida y la esquizofrenia moral en la que se mueven es motivo de acusación directa por parte de Jesús y de advertencia a la multitud para tener cuidado con este tipo de gente dominadora y prepotente en su conducta arrogante y de despecho hacia los demás.

Vosotros sois hermanos

Asimismo este evangelio crea un contraste entre la lógica de las relaciones vividas en el judaísmo y la de las relaciones que deben existir en el interior de la comunidad cristiana, pues revela, en su misma estructura, la oposición polémica con los responsables de Israel, quienes desean los puestos preferentes en los banquetes y los asientos preeminentes en las sinagogas y ser llamados con títulos altisonantes. “En cambio, vosotros no os dejéis llamar ´maestros`, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, pues uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro guía, el Mesías”. (Mt 23,8-10). Una triple motivación simétrica justifica las prohibiciones. Pero un inciso rompe la simetría poniendo de relieve la importancia de la fraternidad: vosotros sois hermanos.

Prohibición de las relaciones de subordinación

El “dejarse llamar” es implícitamente índice de una autoconciencia personal, de aquello que se es, o de la actitud que se quiere asumir, y sirve al individuo para establecer relaciones desiguales, de superior a inferior, basadas en un poder cultural, político, económico o religioso. La prohibición, dirigida a los discípulos, de hacerse llamar “maestros” se deriva no sólo de que a uno corresponde este rol (Jesús), sino de la nueva identidad de los discípulos, pues ellos “son” hermanos. Se trata de una relación horizontal entre iguales, en el respeto de la diversidad de funciones. Esta relación no genera vínculos de subordinación, sino que salvaguarda la interrelación libre y solidaria de los miembros en la comunidad. La segunda advertencia de Jesús prohíbe dejarse llamar “padre”. La fraternidad como rasgo esencial de la iglesia se fundamenta en la paternidad de Dios, que es el único que merece ser llamado como tal. De este modo Jesús se pronuncia contra toda forma de paternalismo, el cual genera relaciones de dependencia y de proteccionismo en el interior de la comunidad. La tercera prohibición, paralela a la primera, manifiesta claramente que el único maestro y guía es el Mesías Jesús.

La fraternidad y el servicio

Por tanto, la comunidad de Jesús, en contraposición a cualquier tipo de relaciones de subordinación y de dependencia, se construye mediante vínculos de igualdad y de solidaridad y libertad como un grupo social alternativo, definido por relaciones horizontales e igualitarias. La mejor categoría para denominar este tipo de comunidad es “la fraternidad”, la cual tiene como criterio vertebral de su discernimiento el servicio. Ser servidores de los otros es lo que caracteriza el amor y la libertad de los cristianos, pero nunca servirse de los demás para ningún fin lucrativo individual. Eso es lo que tiene valor ante Dios y por eso queda registrado en la sentencia final del fragmento evangélico: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Rebajarse con humildad y disponibilidad ante los demás es la actitud concreta identificativa de los cristianos, seguidores del que se rebajó hasta la muerte de cruz; y el servicio a los demás, especialmente hacia los últimos, constituye la conducta esencial en la vida cristiana.

La exaltación del Siervo y de todo servidor

El verbo griego correspondiente a ser enaltecido (hypsoo) o ser elevado evoca siempre el misterio de la cruz, donde Jesús es elevado sobre la tierra (Jn 12,32), pero expresa al mismo tiempo la exaltación de la misma de parte de Dios, pues en el amor del máximo Servidor de todos se revela la auténtica gloria de Dios. Con esta connotación, este proverbio antitético de Mateo se convierte en la gran máxima que debe regir las actitudes y comportamientos alternativos en la fraternidad cristiana. Jesús, como hermano de todos los seres humanos e identificado especialmente con los que sufren, con aquellos que carecen de lo esencial para vivir, bien sea de alimento, de integración social o de libertad (Mt 25,35-36), se hace el servidor de todos hasta dar la vida en la cruz y encabeza así la fraternidad humana, de la cual la Iglesia ha de ser el más vivo fermento.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura

Síntesis Bíblica: Todos ustedes son hermanos

Dios, Padre de todos: Mal 1,14b-2,2b.8-10

Malaquías significa “mensajero de Dios” (Mal 3,1). El profeta, tras la reconstrucción del templo (s. V a. C), interviene duramente contra los dirigentes religiosos del pueblo. El entusiasmo religioso que había suscitado el retorno de los repatriados, procedentes del exilio en Babilonia, se viene abajo, sobre todo porque la reconstrucción del templo no había sido acompañada por la llegada del Mesías. El pueblo y la casta sacerdotal cayeron en conductas inmorales, en abusos sociales y en unas prácticas de culto inaceptable a Dios. Malaquías arremete contra este comportamiento injusto y, en tono amenazante, anuncia la maldición.  El texto litúrgico acaba interpelándonos, considerando a Dios Padre de todos y rechazando toda mala conducta con el prójimo.

Agradecimiento a Dios por la vida entregada al Evangelio y a los hermanos: 1 Te 2,7b-9.13

El primer escrito del Nuevo Testamento rezuma agradecimiento, evangelio y amor sacrificado. Estas tres dimensiones de la carta deben caracterizar la vida de todo evangelizador. La acción de gracias aparece siempre como primer elemento al principio de las cartas auténticas de Pablo. En 1 Te aparece tres veces. El motivo del agradecimiento y de la alegría de Pablo es la acogida de su Palabra entre los tesalonicenses como Palabra de Dios. El evangelio es la proclamación de Cristo muerto y resucitado que nos libra del castigo futuro, del mal, del pecado y de la muerte. Y el amor se convierte también en Evangelio por ser un amor como el de Cristo, cariñoso como el de una madre, sacrificado hasta la entrega de la vida y centrado siempre en el Evangelio.

Todos ustedes son hermanos: Mt 23,1-12

Jesús contrapone la lógica de las relaciones vividas en el judaísmo y la de las relaciones que deben existir en el interior de la comunidad cristiana, pues revela, en su misma estructura, la oposición polémica con los responsables de Israel, quienes desean los puestos preferentes en los banquetes y los asientos preeminentes en las sinagogas y ser llamados con títulos altisonantes. Una triple motivación simétrica justifica las prohibiciones. Pero un inciso rompe la simetría poniendo de relieve la importancia de la fraternidad: “ustedes son hermanos”. Por tanto, que nadie se deje llamar “maestro”, ni “padre”, ni “jefe”, pues la nueva identidad de los discípulos es que ellos “son” hermanos. Se trata de una relación horizontal entre iguales, en el respeto de la diversidad de funciones. Esta relación no genera vínculos de subordinación ni dependencia, sino que salvaguarda la interrelación libre y solidaria de los miembros en la comunidad. La fraternidad, como rasgo esencial de la iglesia se fundamenta en la paternidad de Dios. Ser servidores de los otros es lo que caracteriza el amor y la libertad de los cristianos: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Rebajarse con humildad y disponibilidad ante los demás es la actitud concreta identificativa de los cristianos, seguidores del que se rebajó hasta la muerte de cruz; por eso el servicio a los demás, especialmente hacia los últimos, constituye la conducta esencial en la vida cristiana.

Para la reflexión personal:
1 ¿Qué nos enseña Jesús sobre la fraternidad?
2 ¿Mi vivencia de la fraternidad está caracterizada por la disponibilidad y la humildad?

Etiquetas
Botón volver arriba
Cerrar
Cerrar