OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. A los responsables de la viña

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 8 oct. 2023

La crisis “progresista”

Parece evidente que la crisis de grandes valores espirituales, humanos y sociales de estos tiempos postmodernos, que algunos se jactan de enarbolar como “progresismo”, conlleva la crisis de auténticos y competentes líderes políticos, al menos en los países en que yo me muevo, España y Bolivia. En el Evangelio de hoy Jesús cuenta una parábola que revela su destino personal de muerte tras su confrontación y conflicto con todos los dirigentes de su época, alejados del derecho y la justicia, inmersos en la mentira y la incoherencia y vendidos a las ideologías de su conveniencia. Con la parábola se deja entrever la necesidad de cambio de estos líderes sociales.

La parábola de los viñadores homicidas

Según la parábola de los viñadores homicidas (Mt 21,33-46), los administradores de una viña maltratan y matan a los siervos del amo cuando estos son enviados a recoger los frutos de la cosecha. Finalmente el enviado es su hijo y también es asesinado. Los viñadores pretendían con ello apropiarse la herencia, es decir, hacerse dueños y señores de la viña, pasando incluso por encima de la vida de las personas enviadas, hasta del hijo, a quienes no dudan en eliminar. En lugar de producir frutos y rendir cuentas, usurpan todos los derechos del amo; pero según el Evangelio, su comportamiento no quedará impune.

¡Qué pena de país!

Jesús utiliza la imagen bíblica de la viña para referirse al pueblo de Dios y a su reino. La imagen era clásica en la literatura del Antiguo Testamento (Is 5,1-7; Jr 2,21; Ez 15,1-8; Os 10,1-8; Sal 80,9-19). De hecho, las palabras con las que comienza la parábola pertenecen al hermoso poema del profeta Isaías: «… Plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la torre del guarda…» (Is 5,1-2). En aquel poema el profeta reflejaba la desilusión de Dios, que, después de haber cuidado con todo cariño a su viña -su pueblo-, cuando llegó la hora de la vendimia, aquella sólo produjo uvas amargas: “Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos” (Is 5,7). Refiriéndose a la España actual, una amiga mía extranjera y residente en España dice últimamente todos los días: ¡Qué pena de país!”…. -¿No se parece, mutatis mutandis, a lo que decía el profeta Isaías?- .

Crisis de la justicia y de autoridad

Jesús aplica aquella poesía de la viña a la situación en la que vivía y, mediante la parábola, denuncia que Dios sigue desilusionado porque tampoco ahora puede disfrutar de los frutos de su viña. Jesús señala además quiénes son los responsables de la situación: los labradores a los que el dueño arrendó la viña representan a los dirigentes del pueblo de Israel. Su misión era trabajar para que Israel diera el fruto que corresponde al pueblo de Dios: la justicia y el derecho, el amor a Dios y el amor al prójimo. Pero ellos no han cumplido esa misión.

El conflicto entre Jesús y los malos dirigentes

En los tres evangelios, al concluir la parábola de los viñadores, aparece, siempre en labios de Jesús, la imagen de la piedra desechada por los constructores y convertida en cabeza de ángulo. La parábola originaria anunciaba veladamente la muerte de Jesús. Pero al introducir los evangelistas esta imagen, tomada del Sal 118,22, se insiste en el sentido polémico de la parábola, puesto que Jesús se dirige especialmente a los dirigentes de Israel, los cuales lo buscan para echarle mano (Mt 21,46). En el corazón de la tradición religiosa de Jerusalén, en el templo y ante el poder de los dirigentes se masca el conflicto, pues todos los que rechazan a Jesús se dan por aludidos al oír la parábola y captan el mensaje de la piedra. Este evangelio revela así el antagonismo conflictivo entre Jesús y sus adversarios, el rechazo y la muerte de Jesús. Primero lo hace en un lenguaje alegórico (el hijo asesinado), después en un lenguaje simbólico (la piedra desechada) y finalmente en un lenguaje realista (lo buscan para echarle mano).

Sentido crítico de Jesucristo como piedra angular y de choque

Aunque se vislumbra también la transformación decisiva de la situación, pues la piedra se convertirá en piedra angular, sin embargo, el énfasis del evangelio recae todavía en el carácter crítico de dicha piedra por ser al mismo tiempo una piedra de choque, en la cual tropiezan los que ejercen el poder. Para ello alude el evangelista Mateo, al igual que Lucas, a un texto muy fuerte de Is 8,14: “El que caiga sobre esta piedra se estrellará”. La imagen evocaba muy probablemente la piedra situada en el ángulo saliente de una casa, una esquina con la que fácilmente se podía tropezar. De este modo la imagen acentúa el carácter crítico y conflictivo de la autoridad moral de Jesús frente al poder establecido.

La desautorización de los poderes imperantes

Los que se creen herederos legítimos del Reino y están dispuestos a matar a todo enviado que pida responsabilidades, ostentan un poder omnímodo, aunque haya sido conseguido por los pelos, y, cuando están en la cumbre, se creen todopoderosos por su vinculación a las ideologías imperantes o por su pertenencia a los círculos de los poderes fácticos, al confrontarse con Jesús y su mensaje, quedan desautorizados en su poder y desheredados de toda legitimidad por su actuación  injusta, inmoral, abusiva o criminal, pues chocan frontalmente con aquel Mesías que ha venido con un mensaje nuevo, con una autoridad convincente, moralmente anclada en la verdad, que antepone la primacía de los últimos y que reclama frutos de autenticidad y de justicia para pertenecer a dicho Reino.

Palabra crítica contra todo dirigente irresponsable

El final del texto en el evangelio de Mateo tiene una de las palabras más duras de Jesús: “Os digo que se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos” (Mt 21,43). Esto se dice, en primer lugar, contra el pueblo de Israel y sus dirigentes en el tiempo de Jesús, pero también se convierte en un mensaje extensivo a toda época, por eso sigue siendo una palabra crítica contra todo dirigente que no cumple la misión que, según su autoridad, debería cumplir, o se atribuye poderes que no le corresponden, o es irresponsable en la búsqueda del bien común y de la justicia en el respeto a los demás y en la atención a los que sufren.

Se necesitan líderes limpios, nobles y justos

Con aquellas palabras Jesús indica que la misión evangelizadora y el anuncio de la salvación ya no son prerrogativa exclusiva del pueblo de Israel, sino que están pasando a otro pueblo que no tiene fronteras y que se identifica con la Iglesia, cuya misión consiste en poner por obra, como dice Pablo, “todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito” (Flp 4,6-9). Y esto se ha de hacer en el marco de una relación viva de amor a Dios, desde el agradecimiento y la plegaria continua. Esta es la gran tarea de la Iglesia en el ámbito de la política, buscar la verdad, la nobleza y la justicia, la transparencia y la amabilidad, siempre dignas de elogio. Quiera Dios que surjan verdaderos trabajadores de la política, que brillen por su liderazgo moral.

Una nueva política fundada en los grandes valores éticos

Por todo ello, la palabra del Evangelio se puede proyectar sobre toda situación social, en cualquier lugar en el que los políticos y dirigentes no actúan con autoridad moral y según los principios fundamentales de una ética humana, caritativa y universal, que defienda la dignidad de la persona, la valoración del “otro”, el respeto a la vida, a la dignidad y a la libertad, el reconocimiento y el cuidado de los débiles e indefensos así como los principios de la igualdad entre los seres humanos, del destino común de los bienes, del reparto del trabajo y de los beneficios obtenidos con el mismo, especialmente entre los más pobres.

La Exhortación apostólica “Laudate Deum”

El mensaje de este domingo puede iluminar también muchas otras realidades de la vida humana, pues la viña del Señor es una imagen aplicable a la vida individual, a la vida familiar, a la vida vocacional y profesional y, en definitiva, a todas las dimensiones de la realidad en que nos preguntemos, con responsabilidad personal, qué estamos haciendo con lo que de Dios hemos recibido como don. Una de esas realidades es el hábitat de nuestro planeta tierra, la casa común de toda la familia humana. El pasado día 4 de octubre, el papa Francisco hizo pública la Exhortación Apostólica “Laudate Deum”, sobre la crisis climática, en la cual aborda las diversas facetas de la responsabilidad de todos y cada uno ante el ecosistema que nos alberga y que ha hecho posible las condiciones óptimas para la vida humana en este planeta. Su lectura es más que necesaria para los creyentes y las gentes de buena voluntad, con el fin de que, como viñadores de la viña, asumamos todos los compromisos oportunos y responsables como individuos, instituciones, estados y poderes fácticos del mundo.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura

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