OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. El don de Cristo en el Pan de vida

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 11 jun. 2023

Corpus Christi, admiración del misterio de la fe

La comunidad eclesial se concentra durante la fiesta del Corpus Christi en la  contemplación de un misterio entrañable de la tradición cristiana que arranca de  la noche misma en que Jesús fue entregado en la víspera de su muerte: la  Eucaristía como Misterio de la fe. En este día la Iglesia se remonta a lo más prístino de su historia para poner de relieve que la Eucaristía, el Cuerpo de  Cristo, es la cumbre y la fuente de toda su actividad, de su identidad y de su  misión. La Eucaristía es el misterio de la fe, pues toda la Iglesia se queda enmudecida, admirando el milagro del Señor Jesús, hecho pan partido y, concentrando la atención, a través de él, en su muerte y resurrección. La Iglesia vive este misterio y, además, lo proclama y lo anuncia ante el mundo para que éste tenga vida nueva y eterna.

Un relato de Donación en el Evangelio de Juan

En el evangelio de Juan, la preeminencia de las acciones realizadas por Jesús en el milagro del reparto del pan gira en torno a la acción principal, determinada por el verbo griego diadidomi, cuya traducción puede ser “repartir”, “entregar”, “dar”, “distribuir”. Iluminada esta acción principal desde el discurso posterior de Juan, dedicado al Pan de vida, se puede interpretar mejor el sentido eucarístico del reparto del pan en Juan como un relato de Donación, que nos ayuda a entender la Eucaristía como un Don de Dios, como el mejor Don de Dios, pues es la mejor expresión sacramental de Cristo, dando la propia vida propia y dando vida al mundo. El Evangelio de Juan acentúa el aspecto de don, al ser Jesús en persona el que repartió el pan a la multitud. Jesús es, al mismo tiempo, el don del Padre a la humanidad y el que nos da la vida por medio de la palabra y de su espíritu.

El discurso del pan de vida

El discurso del pan de vida que prosigue en el evangelio de Juan ayuda a  comprender la fuerza de aquella señal (Jn 6,23-59). En el evangelio de este día del Corpus, aparece sólo el final del discurso (Jn 6,51-58). El pan es la señal de la hora de la entrega de la vida. Jesús mismo será el verdadero pan partido en la cruz, cuyo sacrificio como víctima de la injusticia humana en la entrega de su vida por amor, da al mundo la vida definitiva y eterna. En Juan no hay narración histórica de la institución de la Eucaristía en la última cena, pero sí está presente toda la fuerza de la Eucaristía en el reparto del pan y su explicación subsiguiente en el discurso del pan de vida.

El gran don del Padre al mundo es Jesucristo

Creer en él, acercarse a él y unirse a él es tener una nueva vida, orientada ya a la vida eterna. Por eso Jesús es el pan de vida, que con su Espíritu, con su palabra, con su muerte y resurrección comunica vida, la vida en el amor, que caracteriza a los creyentes. La Eucaristía es sacramento que hace visible y comestible en todo tiempo el gran don del Pan de vida que es Jesucristo. 

El pan de vida como señal de entrega a los demás

Comer este pan vivo implica recibir el don del Espíritu que permite vivir plenamente la Vida y, al mismo tiempo, entrar en el dinamismo de la entrega de la vida como un pan que se parte y se reparte, especialmente entre los pobres y marginados de nuestro mundo. Jesús es el verdadero pan del cielo. Éste es Jesús y quien lo come tiene una vida eterna, es decir, una vida que trasciende la muerte humana y una nueva calidad de vida humana, caracterizada por estar vinculado a su Espíritu. Tener fe en él consiste en ir junto a él en el mismo dinamismo de entrega de la vida que él enseña a través de esta señal prodigiosa del reparto de pan entre la multitud.

La vida, don de Dios

En la tarea misionera de la Iglesia es necesario saber y poder mostrar a Jesucristo como pan de la vida, de una vida nueva y distinta. La vida que Jesús alimenta es la vida que da la plenitud a los seres humanos, una vida en la gratuidad, que entiende la vida como don inmerecido y recibido de parte de Dios, es decir, del totalmente Otro, que por amor nos ha creado,  nos ha dado la vida y nos da la vida eterna.

Gratitud y gratuidad en la donación

A esa gratuidad se corresponde con la generosidad de la donación a los demás. Se trata también de una vida que reconoce la presencia permanente de la paternidad de Dios, con la consiguiente experiencia del amor fuerte que protege y sustenta, y de la autoridad que infunde seguridad y fortaleza en sus hijos. El pan ofrecido y concedido por Dios a la humanidad en la persona de Cristo es pan de vida para la vida del mundo y señal de su Alianza permanente con el hombre.

La señal del pan compartido

El pan compartido por Jesús y los discípulos con la multitud constituye una de las grandes señales que el evangelio de Juan presenta como anuncio y realización anticipada de la hora de la gloria de Dios en nuestro mundo. Esta señal es capaz de revelar, en los gestos antológicos de Jesús con el pan disponible, la gran verdad que da vida al mundo y que convierte aquel reparto de pan en la señal por excelencia de la manifestación de la gloria de Dios en Jesucristo para el género humano.

El pan de vida, señal de la entrega de Jesús

El discurso del pan de vida que prosigue en el evangelio de Juan ayuda a comprender la fuerza de aquella señal (Jn 6,23-59). El pan es la señal de la hora de la entrega de la vida. Jesús mismo será el verdadero pan en la cruz, cuyo sacrificio como víctima de la injusticia humana en la entrega de su vida por amor da al mundo la vida definitiva y eterna. En Juan no hay narración de la institución de la Eucaristía en la última cena como ocurre en los evangelios sinópticos, pero sí está presente toda la fuerza de la Eucaristía en el reparto del pan y su explicación en el discurso del pan de vida. Del discurso quiero destacar tres aspectos:

El don gratuito del Padre Dios

El primer aspecto contenido en los gestos eucarísticos de “tomar el pan y dar gracias” es el de ser un don gratuito del Padre. En el discurso del pan de vida Jesús dice también: mi Padre os da el pan del cielo; el verdadero, el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo (Jn 6,32-33). Jesús sabe muy bien que el don que él hace viene del Padre. Él da gracias al Padre porque es el Padre quien le da la capacidad de transmitirlo.

Un don para la vida del mundo

El segundo aspecto eucarístico del discurso del pan de vida es la finalidad del don para la vida del mundo. El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo (Jn 6,51). La Eucaristía es un don para la vida del mundo. Al decir en cada Eucaristía: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19), Jesús no sólo piensa en los allí presentes, sino en toda la multitud. La acción de gracias de la institución eucarística es el origen de un nuevo reparto de pan entre los muchos que forman la multitud que incluye a todos de los seres humanos.

La Eucaristía, don del Padre en la Nueva Alianza

El tercer aspecto es la Alianza. La Eucaristía, sacramento de la Nueva Alianza, antes de ser un don generoso de Cristo, es un don maravilloso del Padre celeste, que regala su amor generador de Vida eterna. En el discurso del pan de vida, Jesús dice: Quién come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.  Esta amistad de Jesús hacia nosotros es la alianza más profunda en la comunión  íntima con él.

Juntos, caminemos con Cristo Eucaristía

En Bolivia es una fiesta para todo el país y se celebra espléndidamente en muchas ciudades, como en España se celebra en Toledo y Granada. Con la procesión eucarística por las calles de las ciudades se puede contemplar y adorar el misterio del cuerpo de Cristo que invita a la Iglesia y al mundo a vivir en la unidad, en el amor, en el sacrificio por el otro, y a que todos con Cristo nos hagamos Eucaristía, pan de vida para los hermanos. Este año el énfasis del mensaje evangelizador está orientado hacia el evento eclesial del Sínodo de la Iglesia bajo el lema “Juntos, caminemos con Cristo Eucaristía”.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura

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