OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. Arrepentimiento y perdón, valores del Reino

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo 20 nov. 2022

La fiesta de Cristo Rey

La fiesta de Cristo Rey nos acerca al misterio de la persona de Cristo manifestando su señorío y su soberanía en el orden histórico y cósmico, en el orden personal y eclesial, y nos trae un mensaje de Perdón. En el camino a Jerusalén, desarrollado ampliamente por el evangelista Lucas, Jesús ha ido proclamando el Reino de Dios con su palabra y con sus obras, pero después de ser entronizado Jesús al entrar a Jerusalén y de ser aclamado como rey, viene lo decisivo. El Reino anunciado tiene que pasar por la cruz. Ahí es donde encontrará su último trono humano quien empezó su reinado en la pobreza inefable de un establo. Y en ese trono es donde proclamará la primacía del Perdón en el Reino que él inaugura con su entrega en la cruz.

Un Rey que salva desde la cruz

Jesús es, en verdad, el Rey. Pero su realeza no corresponde a los cánones de este mundo. Si queremos llamar a Jesús Rey, hemos de hacer como el buen ladrón: invocar primero su reino. Sólo descubriendo primeramente su Reino podemos llamar a Jesús Rey. Y para descubrir su Reino es necesario entrar de lleno en el Evangelio. Con Jesús llega el Reino prometido de justicia a favor de los pobres, el Reino del Padre por el que hemos de trabajar constantemente. Es el Reino de la bondad y de la misericordia, el Reino de la verdad, del perdón y de la alegría, el Reino que conduce a una fraternidad universal, cuyas puertas se abren a fuerza de amor hacia los desheredados y crucificados de esta tierra encadenada, a fuerza de oración insistente al Padre y a fuerza de anunciar y vivir la verdad del Evangelio. Ese es el Reinado de Jesús. Jesús es Rey. Pero un Rey servidor y no dominador. Jesús es el Rey Pastor y no explotador. Es el Rey Pastor que, por amor al rebaño de Dios, se convierte incluso en pasto de la humanidad hasta ser injustamente condenado.

Jesús trae la salvación

Con los crucificados junto a él, Jesús inaugura el Reino de Dios. Junto a Jesús, víctima inocente, está la reacción insolente y descarada de quien se burla de él, del que lo insulta y lo provoca. Y él sigue callado. Sin embargo, el otro malhechor, aun estando en la misma situación, reconoce su verdad, la verdad de su culpa y sale en defensa del inocente, y por ello increpa a quien lo insulta. Con sólo defender al justo y al inocente ha sido suficiente para que a este hombre la historia lo reconozca como el «buen ladrón». Jesús anuncia la salvación a quien reacciona solidariamente ante la agonía de los inocentes y la muerte de los justos. El paso decisivo de este hombre arrepentido ha sido suplicar sólo un recuerdo de Jesús en su Reino y así arranca una palabra liberadora que sale del corazón misericordioso del Señor: «¡En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso!»

Jesús ofrece y concede el perdón

A Jesús, como a aquel padre de la parábola de los dos hijos, no le importa mucho el pasado desgraciado de este hombre crucificado junto él. Al más mínimo indicio, a la más mínima señal de arrepentimiento, Jesús concede el perdón y con él la salvación. Si la súplica de perdón al Padre era una puerta abierta por Jesús para que a lo largo de la historia la verdad inocultable de la culpa humana pudiera encontrar siempre la misericordia divina, y en ese encuentro se dieran un beso la justicia y la paz, ahora se ha hecho posible el abrazo entre la misericordia que, en Jesús, viene del cielo, y la verdad que, en el arrepentido, brota de la tierra. Allí está ya la salvación definitiva y el Reino de Dios, que Jesús ha inaugurado en la tierra. Es un Reino de perdón para el que reconoce la verdad, su propia verdad personal y en ella la verdad del hombre y la verdad de Dios. Es un Reino de amor en el tiempo presente, al que se puede acceder Hoy mismo cuando alguien se solidariza con Jesús y con toda víctima inocente como él.

Un mes de huelga general en Bolivia

Como bien saben los lectores, en Bolivia nos encontramos, desde hace ya un mes, en un conflicto social que ha llevado a una huelga general indefinida en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. El motivo de la misma es la protesta ciudadana frente al gobierno central, el cual retrasa la realización del nuevo censo poblacional en Bolivia, incumpliendo así su compromiso anterior, fijado para el 2022. Ahora lo ha postergado hasta el 2024, ajustando así demasiado el tiempo, sin garantizar que todo pueda estar listo de cara a las próximas elecciones de 2025. Tanto tiempo en huelga general genera violencia y rechazo de los diferentes y mucho daño, personal, económico y político. La Iglesia apela al diálogo incansable entre las dos partes, pero el Evangelio de hoy reclama de todos mucho más, arrepentimiento y perdón.

El arrepentimiento y el perdón

En medio de este conflicto social que fractura en dos a la población boliviana, viene bien la palabra evangélica que trata de un reinado del perdón y de la reconciliación, que no es instaurado por los medios del poder de turno, sino mediante el perdón ofrecido por Jesús, el hombre justo que murió en la cruz. También en política hay que destacar el valor inefable del perdón. Sólo el perdón puede culminar un diálogo reconciliador, mediante el cual se reconozca a los otros, se valore a los adversarios políticos, se asuman las responsabilidades de las culpas propias y de los errores cometidos, especialmente con los más vulnerables, víctimas siempre de los poderes fácticos. Sólo el perdón político traerá la paz y la justicia. Pero para ello es preciso cultivar los valores del arrepentimiento y del perdón, lo cual parece estar muy lejos de la mentalidad boliviana, donde la palabra “perdón” no es nada habitual, y mucho menos, en la actividad política.

Jesús, el Justo, plenitud de la creación

Finalmente, Jesús en la cruz se revela como el hombre inocente y justo que, en medio del espectáculo inhumano, violento e injusto, consuma su fidelidad al Padre, perdonando a los que lo están matando. Jesús había enseñado a perdonar a los enemigos y a poner la otra mejilla. En la cruz se cumple la palabra del perdón que había enseñado (Perdónalos, porque no saben lo que hacen), haciendo visible un amor inaudito que, en el himno de Colosenses (Col 1,12-20), es imagen del Dios invisible, y al mismo tiempo el origen y la plenitud de toda la creación.

Sólo el perdón conduce a la paz

La asignatura pendiente en el mundo de la política, también en Bolivia, es la ausencia del perdón. Sólo el perdón, que libremente se ofrece, humildemente se pide y generosamente se concede, puede conducirnos a la paz y a la justicia en un Reino de amor y libertad. En el Reinado de Jesús se puede entrar en cualquier momento. Solo es preciso que nos pronunciemos en defensa de los inocentes y de las víctimas, que confrontemos nuestra vida con el Justo y reconozcamos la verdad de nuestras culpas. Cualquiera de estas reacciones nos permitirá hoy mismo experimentar la salvación. Miremos, por tanto, en el crucificado a los crucificados inocentes de nuestro mundo de hoy y sólo así encontraremos el Reino de Dios y su justicia, en el cual Jesús es el verdadero Rey.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura

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