PRIMERA PERSONAPRIMERA PLANA

Que quede entre nos. Alfonso Cabeza, habano tras habano en La Manga (1992)

PEPE RIQUELME
Sábado, 22 ago. 2020. El verano del 92 fue muy movidito. Parecía que la Expo y los Juegos Olímpicos, mas que atraer visitantes a Sevilla y Barcelona los lanzaban y catapultaban hacia el Mar Menor (cuando estaba limpio como una patena…) para regocijo y captación de los fotógrafos, que por estas latitudes los esperábamos como agua de mayo.
En esa época estival tuvimos la visita de un fijo e ilustre veraneante, propietario de una vivienda en La Manga y prestigioso médico forense, el ínclito doctor Alfonso Cabeza. Todo un personaje donde los haya, puro nervio, que habano tras habano me fue desgranando todo su pasado con muchas anécdotas, sobre todo su etapa como presidente del Atlético de Madrid.
Hablamos de su fobia al Real Madrid, sus peleas con los periodistas deportivos e incluso se cagó en mi padre cuando le espeté descaradamente el rumor que tomaba más y más fuerza, sobre la posibilidad de que si finalmente La Manga conseguía la segregación municipal a la que tanto aspiraba y ansiaba desde hacía décadas de los ayuntamientos de Cartagena y de San Javier, que él se presentaría como candidato a la alcaldía de La Manga, emulando así a su contrincante entonces y adversario, Jesús Gil, que también fue presidente del Atlético y alcalde de Marbella.
Me demostró ser todo un señor campechano y cordial. La hora y media que duró la entrevista que me concedió, entre cerveza y cerveza, me parecieron diez minutos. Realmente ameno y simpático. Vecino de chalet de el Dioni y del de Emilio Rodriguez Menéndez, tocaba madera cada vez que salían a colación los nombres de sus ilustres vecinos.
Al final, para rematar la entrevista y las fotos de rigor, me demostró cómo era capaz de mantenerse a flote en plenas aguas del Mar Menor (limpias y cristalinas entonces), subido en una colchoneta, manteniendo el equilibrio, fumando un puro y sin saber nadar…

Alfonso Cabeza, en su chalé de La Manga. Verano de 1992. En la imagen prinicpal, junto a su esposa. Fotos: PEPE RIQUELME
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