OPINIONPRIMERA PLANA

Reflexión dominical. Misioneros de corazón ardiente y pies en la tierra

Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 22 oct. 2023

Identidad misionera de la Iglesia

Este domingo se celebra el día del Domund y toda la Iglesia toma conciencia de su identidad misionera. El texto de la carta a los Tesalonicenses (1Tes 1,1-5) nos recuerda la primera evangelización paulina en el mundo griego. Estamos ante el primer escrito del NT. Hacia el año 50 o 51, Pablo y sus dos discípulos, Silvano y Timoteo, llegaron a la ciudad de Tesalónica. Pero después de unos meses de haber comenzado su labor en Tesalónica se ven obligados a abandonar la pequeña comunidad que se había ido formando en torno a su palabra y testimonio. Llegados a la ciudad de Atenas, Pablo manda a Timoteo que regrese a Tesalónica y se informe de la vida de los nuevos cristianos. Timoteo vuelve de su viaje con buenas noticias y alcanza a Pablo en Corinto. Y responden a los cristianos de Tesalónica con esta carta. Escriben Pablo, Silvano y Timoteo, los misioneros de la primera época, y se dirigen a toda la comunidad cristiana de Tesalónica para reforzarlos en su fe y agradecer su acogida del Evangelio.

Fe, Esperanza y Caridad

Después de un breve saludo, la carta comienza dando gracias a Dios y recordando en esa acción de gracias a los fieles tesalonicenses. Es una comunidad fundada en las tres virtudes teologales: en una fe que fructifica en obras, en un amor sincero que va más allá del sentimiento y llega al compromiso y en una esperanza capaz de aguantar todo lo que le echen. El centro de esa comunidad es Jesucristo. Y Pablo destaca la calidad de las virtudes: “acordándonos de vosotros, de la actividad de la fe, del esfuerzo del amor y del tesón de la esperanza”. Por tanto, se resalta una fe activa, un amor sacrificado y una esperanza inquebrantable y audaz.

La acogida del Evangelio en Tesalónica

Esa forma de acogida de la Palabra y de los evangelizadores en Tesalónica se ha convertido en un verdadero anuncio del Evangelio para las comunidades del entorno en la región. La nueva forma de vida es un acontecimiento del Espíritu que genera fuerza, convicción y gran alegría tanto en los evangelizados como en los evangelizadores, en medio de toda tribulación.

El día del Domund 2023

En el día del Domund el motivo de la Evangelización, en el lenguaje del papa Francisco, es propiciar el encuentro de las personas con el evangelio. La responsabilidad misionera de toda la Iglesia ha quedado reflejada en el lema de este día del Domund 2023: “¡Corazones ardientes, pies en camino!”. Con este lema el papa quiere evocar una vez más la estampa bíblica de los discípulos de Emaús, los cuales, en el encuentro con Jesús resucitado, experimentaron que su corazón estaba en ascuas de emoción especialmente al escucharlo a Él y al escuchar las Escrituras. Esto ocurría mientras caminaban y con ese ardor, celebrando la Eucaristía, prosiguieron su marcha evangelizadora con los pies en camino por toda la tierra. Y esto es lo que realizan los misioneros de la Iglesia esparcidos por el mundo.

La humanidad necesita el Evangelio de la Paz

El papa Francisco nos dice en su mensaje misionero para esta jornada del DOMUND: “Hoy más que nunca la humanidad, herida por tantas injusticias, divisiones y guerras, necesita la Buena Noticia de la paz y de la salvación en Cristo. Por tanto, aprovecho esta ocasión para reiterar que todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable”. Por ello es importante también apoyar la campaña de ayuda económica a la Obra Misionera de la Iglesia en el mundo, para lo cual toda persona puede informarse en su parroquia o en la página web www.domund.es y hacer su contribución personal.

A Dios lo que es de Dios

Por otra parte, en el evangelio de este domingo (Mt 22,15-22) encontramos una de esas frases que casi todo el mundo conoce, aunque no todos sepan de dónde procede: “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,31). Frecuentemente se ha interpretado esta sentencia para justificar que la Iglesia no se meta en política, ni los políticos en la religión, como dando a entender que ambos poderes, el religioso y el civil, tienen su autonomía propia al mando de dos mundos paralelos o de un mundo dualista en el que lo espiritual y lo material se viven por separado y se rigen por criterios diferentes, también paralelos e independientes: El uno sería de Dios y el otro del “César”, es decir, del poder político de turno. Ésa es sin duda una interpretación muy alejada de la pretensión del Evangelio.

La hostilidad contra Jesús

El contexto de esta sentencia de Jesús, transmitida en los tres primeros Evangelios, es una situación de progresiva hostilidad contra Jesús por parte de los dirigentes religiosos y civiles en el ámbito del templo de Jerusalén. Los fariseos están tramando con malicia cómo eliminar a Jesús y buscan alguna causa entre sus palabras que formalmente pudiera parecer motivo suficiente para arremeter contra él. A Jesús le plantean una cuestión capciosa los fariseos y los herodianos, ambos representantes de los poderes religiosos y civiles en sumisión, condescendencia o connivencia con el poder imperial romano: ¿Es lícito pagar impuesto al César o no?

La autoridad de Jesús frente a los que tienen el poder

Ante la imagen del César en una moneda Jesús recrimina al poder religioso de los fariseos y al poder político del emperador la opresión que unos y otros ejercen sobre el pueblo bajo el sistema imperial. Jesús desenmascara así los dos tipos de opresión ejercida sobre el pueblo de Dios, la política y la religiosa. Esta fue otra verdadera tentación para Jesús. Sin embargo, tampoco cayó Jesús aquí en la tentación tramposa de tomar partido por unos o por otros, pues ambos tiranizaban a la gente. Ante los que ostentan el poder en cualquiera de sus formas, puesto que el anhelo de poder es la pasión más profunda de los seres humanos, Jesús sabe plantarse, desenmascarando la mentira que esconde toda moneda. Lo que verdaderamente importa es la atención a las personas en sus necesidades más apremiantes.

Devuelvan el Pueblo a Dios, su único Señor

Sorprendentemente Jesús remite a todos los poderosos, en su propio lenguaje, el del dinero, a la soberanía de Dios, como único Señor. Jesús se fija en la moneda del tributo para mostrar en ella, más que su valor relativo a la función de intercambio de bienes, su cara más poderosa, dominadora e idolátrica: la imagen del César con la inscripción de su poderío absoluto y lo que ello significaba para los sometidos e integrados en el sistema vigente, el imperial. Al pronunciar Jesús este famoso dicho está mostrando, de nuevo, su indignación con los dirigentes, pues están plegados a las exigencias del sistema imperial y han dejado de atender la viña del Señor como Dios quiere. Una traducción, tal vez un poco más precisa y exacta podría ser “devolved al César lo que es del César”, y permitiría reconocer mejor la indignación de Jesús con todos ellos, reclamando a la vez que devuelvan el pueblo de Dios a su verdadero y único Señor. Jesús no reconoce la autoridad del César, ni la de los fariseos, ni la de los herodianos sobre su pueblo… ni la de ninguna ideología, sino sólo la de Dios (Is 45,6), que es el único Señor de cada vida y de toda persona.

El Evangelio es clave en la búsqueda del bien común

Hoy los cristianos podemos seguir proclamando el mismo evangelio. La moneda que hoy contemplamos, independientemente de su nacionalidad, se ha constituido en el principal dueño y señor de todo el planeta. El poder político, en cuanto éste se endiosa, y el dinero como sistema, con sus mecanismos endiablados y mortíferos, generan un mundo de injusticia, de corrupción y de desigualdad crecientes, e incluso de guerras. Jesús está contra todo eso. El Evangelio es clave para superar los conflictos, las rivalidades partidistas, el racismo, el tribalismo, y para orientar la actividad social y política hacia el bien común, hacia la democracia respetuosa y los derechos fundamentales de toda persona, promoviendo en todas partes y entre todos, la reconciliación, la fraternidad, la justicia y la paz.

La alegría de ser misioneros

Con la conciencia de ser todos misioneros trabajemos con alegría para que la palabra del Evangelio, que se convirtió en la primitiva comunidad de Tesalónica en un acontecimiento del Espíritu, de profundas convicciones, suscite en los creyentes una nueva vida, consagrada al Dios, único y verdadero, y marcada por la actividad de la fe, el esfuerzo del amor y el tesón de la esperanza (1Tes 1,1-5). Y oremos por los misioneros y misioneras de todo el mundo, dedicados a la evangelización de las personas y de los pueblos hasta en los lugares más recónditos del planeta.

José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero murciano y profesor de Sagrada Escritura  

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