Reflexión dominical. Practicar el Evangelio y atender a los pobres
Por JOSÉ CERVANTES
Domingo, 29 ago. 2021
La necesidad de transformación del corazón
Retomamos este domingo la lectura del Evangelio de Marcos (Mc 7,1-8a. 14-15. 21-23) y nos encontramos con un texto en el que Jesús apunta claramente hacia la transformación del corazón humano, haciendo una crítica fuerte al mundo fariseo, aferrado a las tradiciones humanas de contenido cultual y de estilo puritano que no corresponden con la verdadera fe en Dios. Jesús los califica de hipócritas y confirma que su corazón está lejos de Dios, pues practican un culto exterior y de apariencias sin considerar que el culto que Dios quiere es la transformación del corazón y la práctica de una conducta nueva, pues en el corazón es donde anidan las verdaderas impurezas que destruyen al hombre: los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Frente a todo tipo de vicios la palabra del Evangelio es regeneradora
La erradicación de cada uno de los vicios contenidos en este catálogo para llevar una vida auténticamente cristiana se orienta hacia las raíces de lo que el Papa Francisco denomina un cambio redentor cuando pide a todos el cambio del corazón. Ese catálogo de vicios es una forma literaria frecuentemente utilizada en los catálogos morales del Nuevo Testamento. La mayor parte de los vicios aquí enumerados aparecen también en las series de Rom 1,29-31; 1 Cor 5,8; 2 Cor 12,16-20; Gál 5,19-21; Col 3,8; 1 Tim 6,4; Tit 3,3. Esto es indicio de la existencia de un esquema formal de ruptura con el modo de vida anterior a la experiencia de la fe en Cristo, que probablemente formaba parte de catequesis de la comunidad cristiana primitiva. Ante todos esos vicios como males que atrapan al ser humano en sus relaciones con los demás, es importante oír la llamada a la conversión para que nadie desoiga la palabra de la verdad, la palabra del Evangelio, que quiere generar en nosotros un corazón nuevo, a partir del cual se pueda dar un cambio en las personas y en las estructuras sociales.
La carta de Santiago critica radicalmente la doble vida y la incoherencia personal
En esta misma perspectiva se sitúa la carta de Santiago. La mayor crítica radical del Nuevo Testamento a la doble vida y a la ambigüedad mediocre se encuentra en esta carta. Escrita probablemente a finales del s. I, de carácter didáctico y con una orientación ética propia de un maestro de la comunidad cristiana que, en coherencia con su fe en Cristo, en el lenguaje sapiencial y bíblico del hombre religioso y con la fuerza crítica e interpelante del profeta, Santiago responde a algunos problemas candentes de aquel momento, y también del nuestro, saca las consecuencias fundamentales del mensaje de Jesús en orden a una vida auténticamente cristiana y alza su voz de alerta ante la posibilidad de que la religiosidad se convierta en una farsa, la palabra en un veneno mortal, la ley en una trampa y la fe inoperante en un cadáver. Santiago hace una llamada a vivir el espíritu cristiano dentro y fuera de la comunidad bajo el signo de la autenticidad, con coherencia de criterios y con un rotundo rechazo a la doble vida (cf. Sant 1,8; 4,8).
La acogida y práctica de la palabra de Dios
La doble vida puede ser una de las señales de la hipocresía de nuestro tiempo en el ámbito moral, que está a la base de todo tipo de corrupciones, engaños y frivolidades. Frente a la doble vida, al engaño y a la corrupción, en el fragmento epistolar que hoy se lee en la Iglesia (Sant 1,17-27) la Palabra de Dios es protagonista. La palabra creadora y salvadora de Dios transforma al hombre convirtiéndolo en primicia de las criaturas. La escucha activa de esta palabra de Dios revela al hombre su identidad más profunda y constituye el camino de la auténtica felicidad. La exhortación de Santiago exige dos actitudes básicas también en nuestro tiempo: la disponibilidad para escuchar y acoger la palabra, sobre todo, la palabra de la salvación injertada en nosotros; y la audacia para ponerla en práctica. Esta palabra, que se identifica con la ley perfecta de la libertad (Sant 1,25), es el mensaje del evangelio por el que los bautizados hemos nacido a una vida nueva. En medio de la sobreabundancia de palabras de nuestra sociedad esta carta actualiza un nuevo valor: la escucha; y frente a la superficialidad pasajera de tanta palabrería la propuesta de tomarnos muy en serio la palabra salvífica. Poner en práctica esta palabra implica, por tanto, la ruptura con todo tipo de ambición, de ira o de maldad y requiere la integridad de una conducta que corresponda a la identidad de hijos de Dios (Sant 1,18).
Donde hay engaño no puede haber religiosidad auténtica
El capítulo concluye contraponiendo la religiosidad vacía a la religiosidad auténtica, pura y sin tacha (Sant 1,26-27). Continuando con el tema de la palabra, planteado anteriormente, estos versículos abordan un problema real y siempre actual: la palabrería o el descontrol de la lengua puede afectar a la religión hasta reducirla a unas prácticas de piedad, a una religiosidad puramente externa, a una cuestión teórica o a una desvinculación entre la fe y la vida. Es el peligro que encierra todo lenguaje formalista y desencarnado de la vida y de la historia, de lo cual no está exento el cristianismo desde sus comienzos. Por ello la respuesta de la carta es tajante: no se puede hablar de experiencia religiosa mientras exista algún tipo de engaño o autoengaño, o se pretendan legitimar conductas que desdicen mucho del evangelio o van contra el prójimo o contra los más necesitados, especialmente las enumeradas en el Evangelio de hoy y las aludidas en la carta de Santiago.
La auténtica religiosidad consiste en atender a los marginados
Contra una religiosidad inoperante y muerta, Santiago describe la religión auténtica según Dios Padre: atender a los marginados e indefensos, de los cuales eran prototipo, desde el Antiguo Testamento, los huérfanos y las viudas (véase Eclo 4,10). A los huérfanos y viudas habría que añadir también a los inmigrantes, tal como hacen las tradiciones legales del Pentateuco y las tradiciones proféticas cuando hablan de la tríada de la pobreza. El culto realmente agradable a Dios es el amor al hermano, haciéndose cada uno prójimo y cercano a los más necesitados. La distancia respecto al mundo no debe entenderse como una huida del mundo porque éste sea malo en sí mismo, sino en cuanto éste se encuentra regido por la ambición y la riqueza, por las apariencias y la doble vida moral, valores opuestos a la palabra de la verdad, en la que los cristianos han sido engendrados para una vida nueva.
Promover Cáritas en las parroquias
En el mes de septiembre, dedicado en Bolivia especialmente a la Palabra de Dios, dejemos que la luz del Evangelio nos haga vivir en una mayor autenticidad y coherencia de vida, poniendo en práctica la Palabra de la verdad, el Evangelio del amor y de la alegría, que genera auténticos procesos de cambio del corazón. Siguiendo la enseñanza jacobea de este domingo, podemos revisar una de las conclusiones importantes del V CAM acerca de Cáritas parroquial, organizándola donde no exista todavía y avivándola donde esté ya activa: “Es necesario crear, fomentar y desarrollar instituciones de caridad (Caritas parroquiales, obras sociales…) en todas las comunidades cristianas parroquiales y no parroquiales, con el fin de hacerse presente desde la práctica de la caridad y de todas las obras de misericordia de manera organizada y estructurada ante las necesidades materiales y sociales de nuestra población, especialmente entre los más pobres y necesitados, tanto de cerca como de lejos” (V CAM 93).
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura